En la época de incertidumbre en la que estamos viviendo, nos es indispensable aferrarnos de la esperanza de tener un mañana mejor. La crisis provocada por el covid-19 en el Ecuador ha desatado también una crisis moral sin precedentes. A las dificultades que se derivan de confinar un país indisciplinado hay que añadir la corrupción desatada, un sistema sanitario frágil y la situación de pobreza en la que vive una gran parte de su población. Todo ello nos empuja a pensar en los cambios transcendentales que debemos operar en nuestra manera de ver el modelo de sociedad que queremos tener y en nuestra forma de actuar.
Tenemos pocas certezas, pero una que nos alivia inmensamente es ver cómo nuestra sociedad se ha volcado a cuidar a los demás. Cientos de iniciativas han permitido que la crisis que afecta con más fuerza a los colectivos más vulnerables, pueda ser paliada con la contribución de grupos que ha armado la sociedad civil, la academia, la Iglesia y los grupos de gente compasiva.
Compartimos nuestra humanidad y como personas es nuestro deber unirnos de forma inmediata e irrevocable a asistir a nuestro prójimo. Y las instituciones deben hacerlo de la misma manera. Por eso es especialmente esperanzador ver cómo la Universidad Central del Ecuador desde el primer momento se puso como misión urgente prevenir y mitigar los efectos de la pandemia. A través de sus profesores y estudiantes, la Central está en los hospitales con su personal sanitario en primera línea, está haciendo vigilancia epidemiológica a través de sus estudiantes voluntarios, está haciendo sin cobro alguno la mayoría de las pruebas PCR de Covid-19 en Quito.
Pero los vínculos de la solidaridad humana son objeto de contagio. En su labor, la UCE ha recibido en esta semana la solidaridad de la hermana República de Corea del Sur quien, a través de su Embajada y de la Agencia de Cooperación Internacional de Corea – KOICA, hizo una donación de equipos de protección personal a su Facultad de Ciencias Médicas. Esta contribución, que ayudará a proteger a alrededor de 1.800 docentes, posgradistas, internos, médicos, enfermeras, laboratoristas que trabajan en los hospitales. La donación llega en medio de la reducción de $ 11,3 millones al presupuesto anual de la universidad.
Además de la donación hecha a la UCE, KOIKA se ha preocupado de llevar alimentos a personas vulnerables, insumos médicos adicionales a instituciones que están combatiendo el virus, lo mismo que de iniciar campañas para construir resiliencia. Decía Gioconda Belli que “La solidaridad es la ternura de los pueblos”. Desde aquí, agradecemos el gesto de prestamanos de Corea del Sur hacia el Ecuador. (O)