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El Telégrafo

Solidaridad internacional

06 de julio de 2011

“La solidaridad es la ternura de los pueblos”, decía, creo, José Martí. Siempre la solidaridad se ha expresado entre los pueblos latinoamericanos. Solidaridad por lograr ser independientes de los colonizadores europeos. Solidaridad con los negros para la superación de la esclavitud.

Solidaridad entre los indígenas para preservar su cultura, su identidad, su religión. Solidaridad con Cuba por ser el primer país independiente del imperio norteamericano. Solidaridad con las luchas centroamericanas para salir de las dictaduras militares. Solidaridad con los desaparecidos de Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay. Solidaridad actual para fortalecer la integración latinoamericana.

En estos momentos es la hora de la solidaridad con Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, operado de un cáncer en Cuba. Por una parte, sabemos que Cuba es el país que tiene los mayores avances en salud. Por otra parte, sabemos también que la mayoría de los países del norte quiere la desaparición de su liderazgo. Y a Chávez, que retoma la bandera de la independencia latinoamericana, lo presentan como un dictador y los medios nacionales de derecha se apuran en copiar y difundir estas y otras mentiras en nombre de la libertad de expresión.

Es la hora de la unidad espiritual con el presidente Hugo Chávez. Recuerdo siempre lo que me contaba una amiga que había visitado Cuba hace unos años: por curiosidad visitó una iglesia. Allí preguntó a una viejita que terminaba de rezar cuál era el motivo de su oración. Esta le contestó: “Pedía a Diosito que nos conserve a Fidel durante muchos años”. Y parece que Dios escuchó  su oración…

Pidamos por Hugo Chávez para que se recupere pronto y “Diosito nos lo conserve durante muchos años”, para que el pueblo de los pobres de América Latina pueda salir más rápidamente de su miseria y postración. Nadie salva a nadie, pero sí hay líderes que ayudan a hacer avanzar mejor esta salvación colectiva. La mayoría de los países latinoamericanos busca ir por ese camino: apoyemos sus esfuerzos para construir la patria grande que soñó Bolívar. Los cristianos aportemos nuestra parte para que nadie aproveche lo que otros han sudado.

Recemos el salmo 72 que nos hace pedir para que el rey -o sea la autoridad suprema- cumpla con su deber: “(...) librará el mendigo que a él clama, al pequeño que de nadie tiene apoyo; él se apiadará del débil y del pobre, él salvará la vida de los pobres; de la opresión violenta rescatará su vida y su sangre que es preciosa ante sus ojos”.

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