Semanas atrás, en enero de 2022, circuló la noticia de que los científicos de China habían creado un sol artificial. Se trata de un “reactor”, que, imitando al sol verdadero, trata de generar luz y calor. Es descrito como un plasma que se mantuvo encendido alrededor de 17 minutos a una temperatura de “70 millones de grados “Celsius”, cinco veces más que el núcleo del sol natural que nos alumbra todos los días, para hacer posible la fotosíntesis.
El llamado sol artificial de China está siendo probado tras un gasto de un billón de dólares, en el marco de la carrera científica - tecnológica que busca crear generadores, de supuestas energías limpias. Este sol artificial, según dicen, no genera residuos radioactivos como las centrales nucleares comunes. Tampoco utiliza uranio o plutonio, escasos en el planeta. Funciona a base de un combustible que se obtiene a partir de agua del mar. Se ha informado al respecto, que un libro de este combustible de agua marina, puede producir la misma energía que 300 litros de petróleo.
¿Quiénes invierten en el proyecto alucinante del sol artificial? ¿Para qué se busca tener una fuente artificial de energía infinitiva? Las preguntas no son difíciles de contestar, cuando se conoce que estamos en un período histórico de la humanidad, donde se impone el valor y la forma del dinero, con el objeto de aumentar de manera infinitas las ganancias. La ecuación es entonces: crear energía artificial, para convertirla en ganancia, aunque se tenga que secar el mar.
Casi todos los pueblos del mundo han tenido al Sol como su dios, al cual cada uno le han colocado su rostro y su papel en un mito. Los incas sobresalen como el pueblo que se plegaba ante el Sol, un dios que tenía la potestad de garantizar el ciclo de la vida de la naturaleza, de la cual forma parte el ser humano como un elemento más. Sin embargo, la imaginación de los incas no alcanzó la posibilidad de replicar al dios Sol, hacerlo de tal forma que con un “switcher” se pudiera apagar o encender, para que su energía hiciera parir al maíz. Sólo el capitalismo, digamos el capitalismo chino, está llegando a esa frontera.
Sería inimaginable que un día, el mundo entero tuviera que pagar tributo a una potencia, para que encendiera el sol artificial en la noche, a fin de que la producción no pare, los robots funcionen y los hombres consuman sin dormir nunca jamás. ¡Qué manera de adorar el brillo del dinero!