Érase un país gobernado durante una década por una mafia carente de códigos morales y éticos. Sus excesos llevaron a que un periodista se refiera a uno de sus caciques como dueño de “una curiosa y volátil concepción de la lealtad”, si se le puede llamar lealtad al encubrimiento que se brindan mutuamente los delincuentes.
Practicaban la misoginia abiertamente, tanto en el discurso como en la práctica. Su Número Uno fue el primero en hacer alarde de ella cuando dijo públicamente que la equidad de género lo único que había mejorado era la farra (¿?); en otra ocasión, pidió que a las asambleístas de su bancada les aumenten el sueldo para que compren tela y alarguen sus faldas que estaban demasiado cortas. En la práctica, promovió la abstinencia como método para reducir las cifras de embarazos adolescentes y así desconoció que las niñas y adolescentes se embarazan como consecuencia de violaciones que, por lo general, se producen en el círculo familiar e íntimo de las víctimas. Estas funestas declaraciones y políticas públicas se plasmaron en una década de retrocesos evidenciados en el incremento de cifras de embarazos infantiles y adolescentes, violaciones, femicidios y violencia doméstica.
“Aves del mismo plumaje vuelan juntas”, reza la sabiduría popular. En el caso de este gobernante era totalmente cierto, pues no tuvo empacho en otorgarle gran poder mediático a un oscuro personaje que convirtió los medios públicos en aparato de propaganda y persecución y los utilizó para denigrar y destruir a sus contrincantes políticos porque, su concepción torcida de la política, hacía que los considere sus enemigos. Fue tanto el poder que amasó, que se creyó intocable tanto en su vida pública como privada. Sin embargo, en la cima de su poder, fue denunciado y sentenciado por violencia doméstica, sentencia de 18 días que no se compadecía con lo despreciable de sus acciones y que nunca cumplió; es decir, a más de misógino, cobarde.
Esta era la clase de personajes que rodeaban a aquel abyecto y maquiavélico gobernante. Su década fue perdida en varios aspectos; sin embargo, el mayor daño lo produjo en la capa social de aquel país que gobernaba. Recuperarse de ello tomará muchos años. (O)