No pasa un día sin que maten a una mujer en el país. Cada 55 horas, en promedio, un hombre asesina a una mujer por su condición de ser tal, es decir, comete feminicidio. En lo que va del año ya se han registrado 130. Es posible que mientras usted lee este artículo estén asesinando a otra mujer.
La violencia de género, de hombres sobre las mujeres, que es la más generalizada -como nos indican las abundantes evidencias disponibles- es un continuum de la violencia sexual que implica que no son hechos inconexos. Empieza por el control, prohibiciones, amenazas; continúa con gritos, escenas, golpes; y termina con la muerte de la mujer, perpetrada por su pareja. El feminicidio implica la afirmación de masculinidad del agresor, aunque de forma ambivalente demuestre también su propia impotencia.
¿Cómo se explica este comportamiento violento de los hombres sobre las mujeres? Según los estudios de género, son los roles y jerarquías asignadas las que propician la violencia; la agresión se focaliza en el inferior. Por ello la violencia es la manifestación de la desigualdad, de la asimetría que como sociedad patriarcal hemos construido. No obstante, la mujer ha cuestionado los roles tradicionales, ha incursionado en espacios tradicionalmente masculinos, ha conquistado autonomía, y esto explicaría esta violencia magnificada expresada en los altos índices de feminicidio.
El Código Penal tipificó como femicidio este delito, pero parece que, en lugar de disminuir va en incremento. Estudios señalan que el hecho de querer frenar la violencia directa es un acto fallido porque frecuentemente la enerva, si solo utiliza elementos represivos. Ocurre que en la base de esta violencia directa se encuentra una violencia estructural, que nos implica a todos como sociedad y al propio Estado. Por ahí es por donde hay que atacar.
El análisis, la denuncia y el repudio deben provenir de varios ámbitos: academia, medios, organizaciones sociales, familias, Estado. Hoy 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, exigimos una vida libre de violencias. (O)