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El Telégrafo

Si supieran el dolor que causan las FARC

06 de diciembre de 2011

He decidido posponer la continuación de los TLC porque es muy posible que hoy, 6 de diciembre de 2011, veamos en las noticias internacionales  las marchas de rechazo a las FARC  que se van a llevar a cabo, no solo en Colombia sino en el corazón de todas las personas que tienen algún vínculo afectivo con este país, o que tienen un alma capaz de ser solidaria con el dolor de un pueblo.

La mayoría de ustedes no  alcanza a imaginar lo que uno siente cuando alguien le dice que uno de sus seres queridos fue asesinado a sangre fría por la guerrilla o que fue secuestrado o víctima de un atentado terrorista. El dolor, la impotencia, la rabia y la sensación de vulnerabilidad y desamparo no tienen nombre. Ni siquiera es necesario que se trate de alguien cercano a quien  uno recibe en un ataúd cubierto con una bandera. Todos nos duelen igual, como nuestro profesor de la universidad que cayó asesinado ante las cámaras de televisión frente a nuestra mirada atónita, como los que murieron con la bomba de El Nogal y cientos de atentados parecidos, como el soldado secuestrado por más de 13 años, cuyo hijito nació cuando estaba en cautiverio y que solo pudo abrazarlo en su féretro esta semana.

De todo lo que hoy escribo soy testigo, lo he vivido, lo he sufrido y con cada muerto se repite el dolor del pasado, y así seguimos por la vida. Para ser uno de los millones de víctimas de las FARC no se necesita ser alguien “conocido”. De hecho, para ser su víctima solo basta con ser uno de los dos millones y medio de campesinos indefensos, a quienes los desplazan de sus tierras para sus fines narcoterroristas.

Algunos de ustedes podrán pensar: ¿Qué tienen que ver con nosotros en el Ecuador estas marchas y manifestaciones?,  y yo les digo: Tienen todo que ver con nosotros, porque todos fuimos testigos de que las FARC entraron a territorio ecuatoriano y sabemos que siguen causando estragos en nuestras fronteras.

Cuando llegué a vivir al Ecuador,  lo que más me gustó y me impactó fue la sensación de paz que me produjo. Y es que yo no tenía idea de cómo sabía, olía y se tocaba la paz, pues desde que nací, Colombia ha estado en guerra contra los grupos alzados en armas, así que solo conocí esta realidad en el Ecuador y no quisiera que ello cambie jamás.

Esta no es una guerra de los gobiernos colombianos contra las FARC ni una guerra de los americanos contra las FARC,  esta es una guerra del pueblo colombiano contra el grupo narcoterrorista de las FARC y otras guerrillas. Y  para que no les quede la menor duda,  vean las noticias y seamos solidarios con la paz, para que nunca tengamos que vivir ese dolor tan grande en Ecuador.

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