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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

"Si Donald Trump gana... todo el mundo pierde"

03 de marzo de 2016

El jueves de la semana pasada en el debate republicano por la nominación a la candidatura a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump y Marco Rubio empezaron a insultarse con el mejor estilo de muchachos callejeros, muy distante de una campaña presidencial.

Rubio apuesta a que a base de insultos puede derrotar al increíblemente favorito del Grand Old Party (GOP), pero otros líderes republicanos temen que el triunfo de Trump es inevitable, pero que causaría “una profunda herida al Partido Republicano” y que “si Donald Trump gana, todo el mundo pierde”.

Pienso que hay un sólido debate en la academia respecto a si la política debería enseñarse como un arte o una ciencia. Pero hasta donde yo puedo entender, este año electoral en Estados Unidos, la política se reduce a simples matemáticas. Probablemente la pregunta más discutida en la campaña presidencial 2016 es si este controversial hombre de negocios de Nueva York podrá realmente ser nominado por el Partido Republicano. Ya es el ganador en los pocos estados que han ido a las urnas y continúa siendo el favorito en las encuestas nacionales. Y no hay duda de que ha explotado la fracturada relación entre las élites del Partido Republicano y sus bases conservadoras y tiene muchos simpatizantes entre la clase trabajadora blanca anglosajona, especialmente en las zonas rurales que fue severamente perjudicada en la última recesión económica y siente que está financieramente atorada, mientras que los ricos se vuelven más ricos.

Pero la verdadera razón por la cual Trump es el favorito para la nominación no es su celebridad, su eslogan pegajoso  o la incesante cobertura en los medios masivos de comunicación. Pienso que es el favorito porque hay demasiados candidatos corriendo tras la nominación presidencial. Actualmente tiene a 11 oponentes para la nominación republicana.

Vean mis básicas matemáticas. Trump tiene consistentemente alrededor del 35% del soporte en las numerosas encuestas nacionales, lo cual en muchos estados le da una ventaja de unos 20 puntos sobre sus cercanos adversarios, que es muy difícil de revertir. Por supuesto que esto significa que hay un 65% de republicanos que no lo está respaldando y que de hecho dan su apoyo a algún otro contendor o que todavía no han tomado una decisión. Si las elecciones fueran enseguida en términos de solo dos contendores (que es lo que Marco Rubio quisiera) es muy posible que ganara el otro aspirante.

Y esto ya lo han entendido los republicanos que consideran peligrosa la nominación de Trump y han pedido a sus candidatos que se unan en el esfuerzo para pararlo. Es así como Scott Walter renunció a su candidatura y pidió a otros que lo hagan también para que los votantes se focalicen en un limitado número de candidatos que ofrezcan una alternativa conservadora positiva al arrollador favorito Donald Trump. Las matemáticas se van a poner más complicadas, pues en marzo la mitad de la nación norteamericana irá a las urnas y, si nada cambia, Trump apilará delegados precisamente aprovechando el diseminado voto anti-Trump. (O)

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