¿Que no entienden que perdieron? era la pregunta, sin disimular la sorna, que una supuesta periodista le lanzaba al Gobierno y a todas las personas que votaron por el Sí. ¿Que -uno podría decir- no ha entendido que eso no le corresponde a una comunicadora? Ese es el papel que tanto daño le ha venido haciendo a los medios: optar claramente por una posición y luego intentar fijarla como si se tratara de una inequívoca verdad.
La cuestión es que el Sí ha ganado en las diez preguntas, incluso en la 9, y que iremos hacia la creación del ente regulador de medios. Destino que debemos abordar porque los medios, muchos de ellos voceros de sí mismos y ensayo sustitutivo de partidos políticos, se han burlado de la fe pública.
He visto cómo ciertas periodistas encaran, aun fuera de un estudio televisivo, a funcionarios que ellas consideran menores. Montan un “show” en cualquier parte y a grito pelado piden explicaciones a todo el mundo, como si fueran la suprema ley, las supremas juezas. Descaro, arrogancia que desvela lo que en realidad son: inmaduras, engreídas, prepotentes, sustentadas en su supuesta belleza, esa que solo una sociedad machista es capaz de construir y que ellas le hacen el juego.
Iremos al ente regulador, y se lo debe hacer, a pesar de estas brutales provocaciones, con serenidad. Un ente regulador que no busque desquites, un ente regulador que solo defienda a la gente, un ente regulador que no deba tomar partido. Los abusos en los que puede incurrir un medio, lo que entendemos por ello, no es cosa de fácil resolución, menos calificar a las imágenes o los dichos que promueven la violencia o la pornografía. Son terrenos movedizos que demandarán mucha frialdad. Lo otro, las falsas noticias, como encontrar tribunales clandestinos en pleno proceso electoral, deberá ser cortado porque ya hace rato que muchos medios solo especulan y poco informan.
La voz de la parcialización, dicha desde una pantalla, era de mujer, lo que no quiere decir que este mal -la opinión y las preferencias ofrecidas como información- es solo femenino. De todo hay, porque en el terreno masculino, muy machista, están los que solo insultan, los que ni siquiera reparan en las ofensas que nos infligen hasta con sus chistes. Ellos sí que se han agotado en esas formas muy grotescas, ellos son lo grotesco aun sin siquiera abrir la boca.
¿Que no entienden que los tiempos han cambiado? Sí, eso es lo que se resisten a ver porque su conexión con lo viejo, aunque luzcan jóvenes, no tiene remedio. Ahí estarán y, poco a poco, deberán cambiar.