Tras leer mi artículo anterior sobre el mismo tema, algunos de mis estudiantes me han dicho: “Profe, lo que usted describe es una verdad que la conocemos desde hace mucho”. “Siempre se han vendido y hasta regalado las pruebas con sus respuestas”. “¿Cómo quieren que los bachilleres no copien?”. “Si alguien quiere ser algo en la vida, no le toca más que aprobar ese examen como sea”. “No es ser deshonestos, sino pragmáticos”.
Todo el sistema educativo requiere de una evaluación rigurosa, integral y sistemática. Propongo que sean los estudiantes y los representantes de los sectores productivos los principales actores. Los “expertos de la educación” deberían estar en segunda fila. Quizá facilitando y sistematizando el proceso. Los estudiantes, reflexionando sobre los 12 años de educación primaria y secundaria.
Los empresarios proponiendo alternativas de vinculación entre la escuela y el mundo del trabajo. Tanto unos como los otros, cómo generar oportunidades de trabajo a bachilleres y universitarios. Y si queremos que el país despegue de una vez por todas, es imposible pensar que escuelas, colegios y universidades nos lleven de regreso se las humanidades. Sin conocimiento de la historia, literatura y la educación artística, seguirá debilitando cada día más la calidad de la participación social y el fortalecimiento de la democracia.
No se trata, como sostienen algunas autoridades de educación, de aumentar el ingreso de estudiantes a la universidad. Para ello, algunos están pensando incluso aumentar el ingreso a las universidades por medio de educación virtual o a distancia. No se trata de aumentar la cobertura de educación, sino garantizar educación de calidad. Qué tal si pensamos como país, cerrar temporalmente las facultades tradicionales, como las de medicina, para no seguir produciendo médicos taxistas…
Son tan deshonestos aquellos que no quieren ver el problema y siguen planificando la educación atropelladamente. (O)