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El Telégrafo

Senpladianos contra pragmáticos

08 de septiembre de 2011

Debo confesar que el  anuncio del Presidente en el último enlace ciudadano en relación con la designación de Nathalie Cely como embajadora del Ecuador ante el Gobierno de los Estados Unidos no dejó de asombrarme, y no porque la actual Ministra Coordinadora de la Producción carezca de las cualidades y el perfil para ocupar dicho cargo, pues méritos personales y profesionales le sobran, sino por sus  implicaciones a nivel país. Las razones de la Ministra para dejar la cartera son de carácter estrictamente familiar y, aunque no queda más que comprender y respetar esta decisión, su separación de este ministerio, clave en la reactivación del aparato productivo y de la economía del país, me deja ciertas inquietudes.

Aunque en esferas oficiales se niega de forma insistente que haya división al interior del equipo de gobierno, es notorio que existen dos sectores con ópticas diferentes, el compuesto por el grupo de jóvenes idealistas senpladianos y el de los pragmáticos. Mientras los primeros reivindican la planificación y miran el país al amparo de una visión utópica y del deber ser, los otros intentan hacer posible en nuestra realidad el espíritu de ese deber ser, porque como dice Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.

Como la realidad no siempre corresponde al deber ser diseñado desde la teorización de los anhelos, a veces se ha generado un contrapunto con el sector de los pragmáticos cuya cara visible ha sido la ministra Cely, choques comprensibles que buscan articular lo deseable con lo factible y que se han dejado ver desde el inicio del Gobierno en varios temas de la agenda y gestión pública.

Mientras los senpladianos son el corazón ideológico del régimen y, por la firmeza de sus convicciones, más de una vez han puesto los pelos de punta al sector privado, los pragmáticos han sido un puente efectivo y tranquilizador para dicho sector, el equipo de Nathalie Cely aterrizó los sueños de los primeros en el Código de la Producción, los proyectos de leyes de tierras y de aguas, la fallida reforma tributaria, y ahora en la ley de competencia.

Quien suceda a la Ministra necesitará no solo lo obvio, sino confianza del Presidente, capacidad de “aterrizar” a la Senplades, capacidad para poner en acción el Código de la Producción, habilidad para coordinar con la cancillería los tratados de comercio, mente amplia para tolerar las discrepancias y construir relaciones desde estas.

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