Este es un letrero que se ha popularizado en varios sectores de la urbe. Detrás de esta frase hay cuestiones de salud pública importantes.
Los excrementos de los animales son un problema cotidiano. Transeúntes sortean los desperdicios y malos olores. Encuestas turísticas europeas revelaron que la mayor queja de los viajeros fue la suciedad de las calles, producto del descontrol de los dueños sobre las mascotas.
Para mitigar el problema se impusieron altas multas, programas de concienciación y educación, no solo por el aspecto terrible para la ciudad, sino por los riesgos de enfermedad. Pese a la ordenanza del Municipio de Quito sobre la obligatoriedad de que los amos limpien las heces de los animales, nadie la cumple y la ciudad se enfrenta a una imagen deteriorada, sucia y de riesgo para la salud.
Las heces de las mascotas se degradan rápido sobre tierra o pasto, pues las bacterias y el resto de bichos los descomponen, pero sobre el asfalto o cemento, la degradación se prolonga y sirve de posadero de vectores (moscas) y transmisores de enfermedades. El propio proceso de degradación expone a los individuos a restos orgánicos, bacterias, esporas de hongos y parásitos.
Algunas enfermedades humanas tienen relación con el mal manejo de las mascotas, sobre todo de perros, gatos, reptiles y aves. Estas enfermedades, llamadas zoonosis, son: toxoplasmosis, toxocariasis, leptospirosis, hidatidosis, ascaridiasis, giardiasis, amebiasis, criptococosis, campilobacter, peste, histoplasmosis, brucelosis, salmonelosis, rabia, gripe aviar, entre otras.
Se calcula que un 75% de nuevas enfermedades humanas puede ser rastreado y determinarse su origen en animales y mascotas; muchas son transmitidas de forma directa y otras indirectamente, a través de pulgas, piojos, ácaros o garrapatas.
La moda de las mascotas proviene del movimiento radical “vegano” (creado en 1944 por Elsie Shrigley y Donald Watson), que promueve, como filosofía de vida, la exclusión de toda forma de explotación y crueldad hacia los animales (mascotas humanizadas) y tergiversadamente el “respeto a sus costumbres”, priorizando estas e irrespetando al prójimo, incluso poniendo en riesgo la salud humana.
No es suficiente que los “amos de las mascotas” las traten adecuadamente o las incluyan como integrantes de su familia. Es esencial el control sanitario, el incremento de medidas de limpieza en casas, calles y lugares públicos, respetar la ley y que las autoridades hagan cumplir las ordenanzas municipales.
“Señor perro, eduque a su amo: aquí no”, es un llamado de atención a todos.