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El Telégrafo
José Vales

“Seu Bolsonaro, Telephone para o senhor…”

20 de noviembre de 2020

Las elecciones municipales del pasado domingo en Brasil pueden reducirse ficcionalmente a eso: Un llamado para el presidente Jair Bolsonaro, para anoticiarlo que sus servicios de extrema derecha, tienen el mismo destino que su amigo, Donald Trump.

Sus principales candidatos en las principales ciudades del país fueron derrotados y la imagen presidencial salió de las urnas con unos cuantos magullones. Eso pasa por andar plagiando al millonario ex conductor de realitys.

Otro dato interesante surgió de esos comicios en el gigante sudamericano. El Partido de los Trabajadores (PT), convertido durante sus años en el poder en uno más de los tantos partidos tradicionales brasileños, sufrió el primer intento serio de recobrar su memoria histórica. En Sao Paulo, Guilherme Boulos, un dirigente del Movimiento Sin Techo (MST) al frente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), logró ingresar en la segunda vuelta para disputarle la alcaldía a Bruno Covas, heredero de uno de los apellidos más respetados de la Socialemocracia brasileña, en virtud de su abuelo, el ex gobernador Mario Covas.

Boulos contó con un activo histórico y ético de suma importancia para esa epopeya, amén del apoyo obligado del PT. La candidatura a vice de Luiza Erundina y sus juveniles 84 años.

Erundina, fue la primera alcaldesa mujer de Sao Paulo en 1988 y se alejó del PT a medida que Luiz Inácio Lula Da Silva se acercaba al poder, aunque siempre se mantuvo como una aliada crítica.

En tiempos en que la política se limita a un copy paste de los dirigentes, a Bolsonaro ya le avisaron que su versión en tiempo de samba del Gran Dictador, tiene fecha de caducidad. El establishment busca la mutación del virus en algo más civilizado y con un nivel cultural que sobresalga de las costumbres cuarteleras, para una permanencia en el Palacio del Planalto.

En tanto al PT, el progresismo brasileño ya lo labró el pasaporte para llegar a convertirse en una sigla obsoleta sino recupera cuanto antes su memoria histórica. Ese fue, precisamente, este nuevo servicio brindado por la juvenil octogenaria Erundina, una de las figuras más respetadas de Brasil, que con su militancia eterna, vuelve a colocarse nuevamente a las puertas de la historia de un país que no está exento de la grieta social y política que se reproduce por todos lados. Eso es lo que deja una elección, transformada en una evidencia más de que todo está cambiando y que no hay Bolsonaro que dure cien años.

 

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