San Francisco de Asís desde 1980 es el Patrono de la Ecología. Fue nombrado por el recientemente beatificado Juan Pablo II, quien vio en la espiritualidad del santo un patrón a seguir en esta vital actividad que conserva la Creación, y por ella cumplimos la responsabilidad de entregar a nuestros hijos y nietos un mundo mejor que el que recibimos.
Grandiosa y digna de admiración es la obra hecha directamente por la mano de Dios, pero para un cristiano, la redención es superior porque es una condición que a través de Jesucristo nos convierte en mejores personas y nos hace mirar con más agradecimiento todo lo que la Divina Providencia ha hecho para nosotros. El santo de Asís recibió en su redención un inmenso amor por la naturaleza y por lo creado; su respeto a la vida en todas sus manifestaciones superó lo que muchos de nosotros hacemos por la ciencia en la actualidad. Si haber sido creados nos genera agradecimiento, recibir la redención a través de la conversión a Jesucristo, la curación y el cambio de vida nos hace amar profundamente el mundo que nos rodea y al mismo tiempo agradecer a Dios por tan hermosos paisajes naturales que tenemos en nuestro hermoso país. En tal sentido, los ecuatorianos hemos sido doblemente bendecidos a través de una impresionante biodiversidad y variados microclimas.
Como creyentes estamos conminados a vivir la conversión ecológica de San Francisco, que en la cultura actual de consumo y generadora de desechos es imperiosamente necesaria, para la futura sustentación de la vida en la Tierra.
La globalización debería haber ayudado a que fuera así, pero lamentablemente los síntomas planetarios que estamos viviendo demuestran lo contrario. La hermandad con los demás seres vivos que nos mostró el patrón de la ecología nos llama a que, en un profundo análisis, nos mantengamos en un constante accionar, tendente a conservar y a mejorar los dones de la Creación. Un cristiano debe ser el primero que, entendiendo esta relación y a través de su propia acción, colabore con la conservación de un equilibrio ecológico. Ya muchas cosas han sido dichas y sin embargo seguimos sin hacer un cambio profundo en nuestra manera de interactuar con la naturaleza, infligiéndole graves daños. ¿Será acaso que debemos pasar un cataclismo para arrepentirnos y recapacitar? Si cada ecuatoriano se propone realizar al menos algunas acciones sencillas pero significativas, la situación actual podría ser diferente.
Sembrar árboles, no cazar animales en peligro de extinción, reciclar todo tipo de objetos contaminantes, ahorrar agua y controlar el humo de nuestros automotores, son solo algunas cosas que deberíamos realizar diariamente. En consecuencia, vivamos en armonía con los demás seres vivos y dejemos de contaminar el planeta, porque es el único que tenemos. Seamos sensatos y conservémoslo para las futuras generaciones.