El republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden, volvieron a verse las caras el pasado jueves, en un encuentro en el que nuevamente intercambiaron acusaciones personales, aunque esta vez, respetando las formalidades establecidas por Kristen Welker, moderadora del debate, quien arrancó con la advertencia a los candidatos de no interrumpirse, a fin de escuchar sus propuestas.
Biden, quien ingresó al escenario con mascarilla exhibiéndola durante los primeros momentos del debate, reivindicó su promesa de unir a una sociedad profundamente polarizada y dividida. “No quiero estados rojos y azules” señaló el demócrata. Trump por su parte, adoptó un comportamiento que no lo caracteriza, se mantuvo más serio, menos arrogante y displicente. Mostró más ideas, propuestas y visiones, buscando ser más convincente con ese pequeño grupo de electores indecisos.
La palabra “plan” estuvo presente en gran parte del debate. Biden la usó para señalar que Trump no tiene planes contra la covid-19 ni otras políticas públicas. Trump remarcó que los planes del candidato demócrata costarían mucho dinero al país, apuntando así a los sectores de clase media, quienes serían los principales afectados de una política fiscal más agresiva.
El debate fue la oportunidad que ambos candidatos tuvieron para enviar su mensaje a sus votantes potenciales, así como para marcar una diferencia ante su adversario.
Actualmente Trump cuenta con una base electoral dura, que garantiza que un buen porcentaje de intención de voto se transforme en números reales a su favor el día de la elección. Biden ha demostrado ser un candidato poco carismático, lo cual puede provocar que un grupo importante de electores no acuda a votar el 3 de noviembre.
El voto facultativo el cual permite que los electores tomen una decisión en una encuesta, pero que no acudan necesariamente a votar, es otro de los factores donde Trump podría sacar cierta ventaja. Por otro lado, el que Trump no tenga que obtener mayor votación total que Biden sino ganar en los Estados clave como Florida, Pensilvania y Ohio, es algo que también preocupa a los demócratas. Actualmente, la diferencia porcentual en estos estados, reportada por varias encuestas es mucho más cercana.
Hasta el momento Biden aparece como favorito para llegar a la Casa Blanca, el desgaste de Trump ha estado ligado al mal manejo de la pandemia, así como a los incidentes provocados por excesos policiales y una violencia racial creciente. Sin embargo, en política cualquier cosa puede ocurrir. El posible ausentismo del votante demócrata, sumado al voto vergonzante de los propios republicanos, serán determinantes en el resultado.
La noche del 22 de octubre, las diferencias expuestas por los candidatos, no se tradujeron en una victoria clara para ninguno de ellos, a pocos días para las elecciones todo se mantiene abierto.