En ocasiones las palabras de nuestro idioma no se alcanzan para expresar ciertos momentos o sentimientos. Sin embargo, cada idioma, tiene suficientes riquezas para designar un sinnúmero de cosas y situaciones, sabiendo de antemano que las palabras son las cosas. Estas nos pueden faltar y a veces sobrar.
Las palabras en otros idiomas, si las revisamos un poco, sin necesidad de ser filólogos encontramos que pueden ser prácticas y complejas.
Schadenfreude (pron. sháaddenfroidda) es una construcción del alemán que denota un sentimiento o expresión de alegría, regodeo por el infortunio o desgracia de otro(s). Aunque todos los ecuatorianos ya sepamos un poco de alemán desde nuestro Vicepresidente, costándonos grandes esfuerzos pronunciar y escribir Sonnenholzner, no nos vendría nada mal aprender un nuevo vocablo a propósito de lo que podemos sentir diariamente, sin que reparemos en ello.
¿O es que aquí nadie se alegra cuando a alguien que no es de su agrado le ocurre algún revés? ¿y cuando nuestra competencia comercial tiene un bajón económico? O cuando quien nos hizo daño en el plano sentimental, se enrosca en una mala empresa amorosa. Quizás si usted es escritor/a, le pasará al ver que sus colegas fracasan y no venden ni solo un folletín. Aquello se puede sentir también con familiares o amigos.
¿Qué tal ese sentimiento cuando vemos presos a todos los que se inmiscuyeron en actos de corrupción desde el servicio público? ¡Schadenfreude! Sin ir tan lejos, siempre disfrutamos de las desgracias ajenas, por eso los virales en internet.
Sobre aquél policía que golpeó en el suelo a un delincuente belicoso hace poco, la señora ministra María Paula Romo mencionó que “muchos seres humanos reaccionaríamos igual”.
No estoy de acuerdo en legitimar un acto de violencia argumentando que el humano es violento de por sí, porque entonces la violencia puede justificarse dependiendo del contexto. Pero sí que todos experimentamos Schadenfreude al verle en el suelo siendo pateado, ¿no? (O)