Con las últimas declaraciones del señor Marco López, Superintendente de Compañías, Valores y Seguros del Ecuador, entiendo que quiere poner en riesgo -otra vez-, el proceso de creación de compañías y se piensa nuevamente en trabas burocráticas que detienen la dinamicidad del mercado; todo por la falta de preparación y capacidad del Estado para prestar un buen servicio.
No se dejen engañar de la falsa digitalización de la Súper. Aunque es cierto que evolucionó en la prestación de uno de sus servicios, lo único que consiguió es la creación de compañías y la presentación de balances de manera digital. El control y regulación sigue siendo un híbrido más parecido a los procesos propios del siglo XIX que a los del XXI, que como explico más adelante, en vez de facilitar el trabajo de control, fue un tiro al pie para el control.
De nada sirve digitalizar un proceso si no viene acompañado del procesamiento de datos también en formato digital. Para ser más claro, la Superintendencia, antes de que permitiera crear compañías en línea, recibía una cantidad moderada de solicitudes de creación de compañías. Desde el 2020, fecha en la que se incluyen las SAS, la cantidad de compañías que usan el servicio, creció de manera exponencial. Pero la Superintendencia sigue siendo la misma tanto en tamaño como en procesos. Es imperdonable que esto se haya pasado por alto en la planificación desde hace ya casi 4 años. En palabras de López, no son capaces de revisar todos los datos de las 20 mil compañías que se crearon en el 2023, y en mi opinión, es porque precisamente, el trabajo de control sigue siendo manual.
Se nota que la Superintendencia de Compañías está más preocupada de contratar personas dedicadas a realizar observaciones absurdas a la creación de compañías, que por evitar que se cuelen los narcos. Se preocupan de entregar observaciones sobre sus propios modelos de estatutos colgados en su página web, pero se les pasa por alto una de las compañías de Norero que tenía como accionista a un canadiense fallecido hace 3 años.
No me quiero ni imaginar en qué cambios estará pensando el señor Superintendente, cuando lo único que debe hacer es pedir que se eleve el presupuesto de la institución y dedicarse a procesar los datos que permitan la creación de alertas automáticas. Y estando en el 2024, ya no puedo decir que es tarea difícil. Es sencillo poner un sistema, y en ese sistema, una alerta sobre una compañía que reporte mil dólares de ventas y al mismo tiempo 3 millones de dólares de activos, para que a partir de ahí se haga el trabajo manual. Claro que 20 mil compañías al año son muchas cuando solo tengo 600 personas para atender los requerimientos de más de 400 mil ya existentes, y ningún sistema de procesamiento de datos.
Y ahora, en lugar de pensar en evolución, piensan en crear más procesos burocráticos, que le generan más gasto y más demanda de personal interno para revisar las tantas solicitudes que atiende. Las SAS, una vez más, usadas como chivo expiatorio para desviar la atención de lo que realmente pasa.