Postal del Ecuador: ríos amazónicos, cascadas andinas, cráteres naturales. Fuera de cuadro: aguas contaminadas con metales. Partículas de cianuro que entran por los pulmones provocando enfermedad. Agujeros perforados por la mano minera que contribuyen al secamiento de los suelos donde decaen los cultivos y animales que las poblaciones allí cercadas consumen y venden en la ciudad y que enferman a la par que los animales. Sus pulmones no salen en las postales.
Violaciones y embarazo forzado: lo denunciaron ante Lenín Moreno y el país entero las mujeres amazónicas en la audiencia en Quito. Al hablar de “minería responsable”, el Gobierno reduce su responsabilidad a respuestas científicas elaboradas bajo razones de mercado. Esto no sirve para justificar el expolio ni la ocupación forzada. Mientras no den respuestas sobre los entornos de violencia y desplazamiento forzado que crea la megaminería, no hay nada “responsable” en la ola expansiva de explotación que han autorizado.
Comunidades del Noroccidente, Íntag, Amazonía, estuvieron presentes en Quito en la jornada antiminera del 22 de marzo: todo indica que se consolida un frente nacional antiminero, o es lo que deberá ponerse en primer plano. Esas aguas, esa comida, esos metales, también van a afectarlo a usted: todas las regiones del país están siendo afectadas por el extractivismo. Consumimos agua, alimentos que vienen de varias regiones...y respiramos. En vez de pensar que no hay salida del extractivismo, las muertes, la criminalización de la pobreza y la resistencia, el despojo y el desastre ambiental nos obligan a pensar en escenarios alternativos.
La mayor corrupción en nuestros países se da por los réditos millonarios de los proyectos extractivos vía saqueos naturales, sobornos, comisiones ilegales: la pobreza no ha terminado, y desarrollo no significa crecimiento desmedido. La degradación ambiental afecta a los más pobres, igual que la corrupción. Al saquearnos, los proyectos extractivistas nos están empobreciendo. (O)