La ironía es la madre de todas nuestras caídas. Ver al poderoso Fernando Alvarado Espinel huir por la puerta trasera de la deshonra y la desvergüenza es la manifestación del poder de la ironía. En sus funciones burocráticas era imprescindible, necesarísimo, indispensable. La arrogancia pura.
Él era el árbol: el tronco, las hojas, la sombra y el perfume del árbol y las raíces del correísmo y hoy toda es la fuga del correísmo. Un individuo con orden de prisión, con acusaciones penales en su contra, fugado, evadido, corriendo, escondido; deshonrado. Vuelvo a decir: la ironía es la madre de todas nuestras vergüenzas.
La reacción del Gobierno ha sido fuerte con respecto a la escapada del gran Fernando. Ha denunciado que los correístas infiltrados ayudaron y facilitaron su fuga. Ha sido Santiago Cuesta, el consejero del Sr. presidente Moreno, quien se ha encargado de denunciar los vínculos entre los infiltrados y Alvarado. Extraordinaria la intervención de Santiago en esta crisis. Ha enfrentado todo el conflicto desde su firmeza y ecuanimidad.
Su intervención ha superado el conflicto y superado el problema de fondo: la deslealtad de los infiltrados con el proyecto político del Gobierno que continuaban enquistados en funciones públicas.
Dijo tajantemente que desde el Ministerio de Justicia se ayudó a Alvarado. El mismo presidente Moreno ha intervenido y fue cesada una veintena de funcionarios. Santiago no se anda por las ramas y actúa: su gestión genera confianza, estabilidad. Es un apaciguador.
Su misión junto al Presidente y de cara al país es la de un pacificador. Aporta al liderazgo del presidente Moreno y lo fortalece.
Santiago Cuesta es un emprendedor, ahora en la mayor tarea actual de su vida: generar riqueza y estabilidad para que el Gobierno pueda cumplir su deuda social y enrumbar a Ecuador a la prosperidad, la confianza y castigar a los corruptos. (O)