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El Telégrafo

Sanciones a estudiantes

21 de julio de 2011

Por suerte que la disposición de expulsión  del colegio 28 de Mayo a cuatro  estudiantes que habían participado en un baile entre jóvenes,  junto con un grupo de alumnos del Vicente Rocafuerte, fue declarada insubsistente por las autoridades educativas.  Y las adolescentes retornaron a las aulas.

Por sus especiales características, este asunto llamó la atención de la ciudadanía, causando un escándalo en la comunidad,  alboroto sobredimensionado  por algunos medios de comunicación que presentaron las imágenes en cuestión. Observemos ciertos detalles  del caso: Al momento de realizarse la celebración, los  estudiantes vestían los uniformes de sus colegios. La fiesta tuvo lugar en una casa particular, por lo tanto se realizó en un lugar privado. El baile que causó tal vorágine social  tenía movimientos eróticos y hasta influencia sexual a decir de sus críticos, y por lo que se ve en el video hecho público,  la interpretación del reggaetón se mostraba indudablemente audaz, irreverente y aun provocativa.

Pero quien tuvo un desempeño negativo en esta historia de escándalo sin mayor razón fue, sin duda, la persona que grabó el video, muy posiblemente sin el conocimiento y peor sin el consentimiento de sus protagonistas, y que, además, lo hizo público, al difundirlo por las redes sociales de Internet, lo que fue utilizado de manera insidiosa por la prensa. ¿Qué lo movió  a cometer este acto ilegal que invadió el terreno de  lo privado? Muy posiblemente que la suya es una mente desviada.

Cometido tal error, las víctimas fueron una docena de estudiantes menores de edad, cuyas figuras se vieron divulgadas con caracteres lesivos a su buena imagen.

El escándalo lesionó los nombres de cuatro alumnas del colegio 28 de Mayo al ser expulsadas por las autoridades del plantel, lo que estremeció a la comunidad de esa unidad educativa.

¿Qué hubiera pasado si la sanción en contra de las cuatro alumnas del 28 de Mayo hubiera continuado? Con seguridad que aquellas jovencitas habrían visto cerrados los caminos de la superación y habrían sido tentadas para adentrarse en senderos peligrosos que destruyen la existencia.  Al parecer que en esto no pensaron las autoridades de ese centro de estudios,  así como no tomaron en cuenta tampoco el derecho a la educación que tiene cada ecuatoriano, y en especial los niños y los jóvenes, lo que está señalado en la Constitución de la República.

Valores y principios deben ser sembrados permanentemente por los padres en el hogar y fortalecidos en las aulas por  los maestros. Y según cuánto los menores lleguen a imprimirlos  en su conciencia, sabrán comportarse de la manera más adecuada, tanto en las circunstancias fundamentales de la vida como en aquellas que aparentan no ser 
importantes, pero que sí lo son,  por ejemplo  la forma de bailar el reggaetón.

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