La filosofía y la ciencia occidentales se han considerado como únicas fuentes de conocimiento. El eurocentrismo llevó a pensar que la cultura de la raza blanca, su “civilización”, era el modelo a seguir.
Los demás pueblos debían ser “civilizados” por ella. Muchos de los nuestros pensaron igual y algunos continúan haciéndolo, creyendo que de otro modo nos quedaremos “atrasados”.
La ciencia occidental moderna, de origen renacentista, que creció con el capitalismo, se sustenta en la “comprobación” empírica de la realidad y en la descripción de procedimientos para demostrarlo. En salud progresó en el conocimiento de las enfermedades del cuerpo biológico individual, abordado por varias disciplinas (anatomía para la morfología, fisiología para la función, patología para las enfermedades, terapéutica para el tratamiento). El cuerpo se dividió en partes y órganos, tejidos, células, moléculas, átomos. División para el análisis de las partes en torno a la enfermedad, como si dicho análisis explicara el todo. Solo a partir del siglo XX se comenzó a entender y debatir sobre la salud.
La sabiduría andina se basa en una concepción integral, “holística”, del universo, la naturaleza como madre tierra en donde todos los seres, incluyendo los humanos, se hallan en similar posición, sin jerarquías. El ser humano pertenece a la naturaleza, no al revés. Esta cosmovisión relaciona “todo con todo” sin que las partes tengan individualidad por sí mismas. Esto no se puede comprender con la concepción individualista de occidente. En la lengua kichwa no existe la palabra salud porque se considera que es la vida misma. El Sumak Kawsay es el equilibrio con la naturaleza y la armonía entre los seres humanos, lejos del consumismo capitalista. Una vida austera que busca satisfacer las necesidades humanas de modo colectivo.
La interculturalidad andina es una perspectiva de cambio civilizatorio, con las interpretaciones de cada cultura sobre la salud y la vida. El aporte andino resulta trascendente para Nuestra América en el campo colectivo del Sumak Kawsay o Buen Vivir, sin reducirlo a las atenciones individuales sobre el cuerpo humano para solucionar las enfermedades, que es en donde ha progresado la ciencia occidental.
Este Buen Vivir es una categoría en construcción, con un “diálogo entre iguales”. Es el reto intercultural. Solo así se superará la visión biologista e individualista de nuestra ciencia médica, para entender mejor a la salud como colectiva y determinada socialmente.