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El Telégrafo
Sebastián Endara

Salud y libertad

25 de marzo de 2020

Vaya en este escrito, mi deseo de que todos y todas tengamos la posibilidad de superar esta crisis del covid-19 que ciertamente nos plantea un escenario apocalíptico propio de un sistema de organización social en el que las personas, al parecer, van perdiendo injerencia. Y ese es el detonante de los planteamientos que en resumen, hacen hincapié en la necesidad de repensar el sistema que estamos creando directa o indirectamente con nuestra acción en el mundo. Un sistema en el que perdemos consciencia de lo que implica la libertad, baluarte máximo de la civilización occidental. La libertad es la posibilidad de la acción racional de las personas.

Es racional en cuanto que la libertad de acción, es decir la voluntad expresada con soberanía debe ser susceptible de responder con solvencia los resultados que de ella se desprendan. Yo decido algo y respondo por sus consecuencias. De ahí que la libertad en su esplendor siempre tiene como telón de fondo a la sociedad, a los otros. Respondo por los actos que cometo con libertad ante otro que los celebra o los padece. La máxima de que mi libertad termina donde comienza la libertad de los demás no es precisa puesto que mi libertad, para ser real, solo es posible cuando empieza y termina en el otro. Si otro no es libre yo no soy libre.

Esto se entiende mejor aprovechando la coyuntura actual. Pensemos en la salud. Si queremos precautelar la propia salud debemos pensar en la salud de todos. Si al menos uno no está sano, mi salud corre peligro de desaparecer. Por lo tanto si quiero estar sano debo querer también que el otro esté efectivamente sano. Como se puede ver, el covid-19 nos muestra la evidencia de que uno de los pilares del individualismo capitalista, es decir la libertad solipsista es erróneo.

De ahí podríamos saltar a analizar uno a uno la falsedad de postulados por el estilo que se olvidan del ser humano, cuando en verdad el bienestar de todos los seres humanos es esencial para mi bienestar. No hay ni política ni economía pragmática que pueda soportar el peso de lo que esta crisis nos ha mostrado; que sin humanismo, que sin solidaridad, que sin que la vida del otro nos importe, podremos seguir adelante. (O) 

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