El 6 de enero de este año, en mi artículo “2013 con salario digno” (con más de 6.200 consultas on line) me referí críticamente a cómo se fija el monto del salario mínimo en economías de mercado, siendo el trabajo una mercancía más, y calificaba de irrisoria la convocatoria a representantes del capital y del trabajo a concertar el aumento salarial, ritual que se cumple en vano cada año en diciembre. El capital propone un mínimo; los trabajadores, que el salario cubra los costos de la canasta básica. Por supuesto que no se llega a un consenso, a causa de la mentalidad de lucro egoísta e individualista, “una de las manifestaciones del capitalismo financiero no regulado", según el mismo Benedicto XVI.
Y proponía una utopía realizable, que en un mundo regido por la equidad y la solidaridad, tal como fue el cristianismo primigenio, y como esperamos que llegue a ser el del Sumak Kawsay, sería de esperar que la regulación no solo sea para el salario mínimo sino también para el salario máximo, que reduzca las distancias entre los millonarios sueldos de los CEO y demás ejecutivos y los exiguos de los trabajadores rasos, para la emancipación definitiva de la clase obrera.
Me encuentro ahora con una noticia que prueba que es realizable lo que proponía: “Suiza aprueba limitar el salario de los directivos de las grandes compañías”.
En un referéndum histórico los suizos expresaron de forma aplastante que quieren limitar los salarios excesivos y otros "paracaídas dorados" de los directivos de las grandes empresas al aprobar, por el 67,9 por ciento de los votos, recortar sus remuneraciones. Y que sean los accionistas y no los propios directivos los que decidan sobre sus remuneraciones. Un directivo no podrá ganar más de doce veces el salario de su empleado peor pagado.
Una vez que entre en vigor la ley se aplicará a todas las sociedades anónimas helvéticas que coticen en la bolsa suiza o en el extranjero. Nestlé amenaza con irse del país si la iniciativa prospera.
Si en Ecuador se hiciera un referéndum similar, habría igual respuesta, y no solo para limitar los salarios de la farándula, sino de funcionarios públicos, como asambleístas, que ganan salarios desproporcionados a lo razonable, teniendo en cuenta que el propio presidente
Correa desde un principio se recortó en un 50% su salario para dar ejemplo, a la vez que multiplicó sus horas de trabajo, y recientemente ha congelado por dos años salarios de altos funcionarios.