La sabiduría es integral, se refiere al todo. Es fruto del cerebro y el corazón. La ciencia se ocupa con la razón sólo de las partes. No es sabiduría, aunque pueden ser parte de ella la ciencia moderna, eurocéntrica, dominante, pero consideró históricamente que la razón derrotaría a la ignorancia, aunque la razón se debate hoy en un mar de incertidumbres. Se creía que lo verdadero conduciría al bien, pero el sistema científico moderno se perdió por vericuetos de demostraciones físicas y biológicas, cuando no por el enriquecimiento, abandonando el camino ético de los valores.
El “humanismo” antropocentrista destacaba que el hombre racional debía dominar la creación, y éste, occidental, masculino, adulto, heterosexual, blanco, dice Funtowicz, era el patrón de esa moral, viciada de androcentrismo y racismo. La naturaleza era solo el escenario de las hazañas humanas. Negaba todo respeto a los otros seres vivientes y no vivientes.
El conocimiento ancestral tiene sabiduría, señala Catherine Walsh, viene de la práctica y la experimentación, efectuada por siglos, y tiene un valor indiscutible porque pertenece a toda la gente. Hay valores de uso propios detrás de ese conocimiento que resultan mucho más profundos y constituyen el Buen Vivir, que se sustenta en la experiencia y en las palabras cargadas de sabiduría, sobre todo de los mayores.
El conocimiento ancestral-campesino, dice Alejandro Rojas, sabe que la tierra es un ser vivo, y la gente conoce sus ecosistemas locales porque ha vivido enraizada en su lugar, involucrada y participante (aunque hay impactos migratorios). El conocimiento que lleva a la sabiduría está guiado por valores, experiencias personales y creencias, es experiencial y experimental “in situ” (no in vitro), está abierto a la prueba en la práctica y al aprendizaje del error; es diferente del proceso estandarizado del control científico.
La sabiduría es plural, dinámica, rica, colectiva, aborda las necesidades físicas, mentales y sociales. Es una expresión del “nosotros”, no del “yo”. Es ética en cuanto obedece a normas y disposiciones colectivas, no al poder imperante como es el caso de la moral. La tienen los seres de mayor experiencia porque conocen la historia y porque entienden mejor la tierra, el lugar, el paisaje. Es solidaria, no egoísta, sirve a la humanidad no a los que mandan. No es vanidosa, fatua o soberbia, sino sencilla, modesta y amigable.