Las campañas electorales en nuestro país y el mundo son carreras complejas y muy intensas. Por ello, resulta difícil hablar de un consenso sobre un único concepto que abarque la diversidad de enfoques sobre estos procesos.
Varios autores se refieren a las campañas electorales como el conjunto de acciones de comunicación destinadas a influir en los públicos en cuanto a sus creencias o comportamientos políticos, con el propósito de orientar su voto en una elección determinada.
Es claro que el avance de las tecnologías de la información y comunicación en las últimas décadas ha sido fundamental en este ejercicio persuasivo que se desarrolla en las contiendas electorales. En un escenario de crisis, marcado por una pandemia que exige distanciamiento social, el adecuado uso de las TIC´s será determinante en el desarrollo del próximo proceso electoral.
En la configuración de un proceso electoral, son varios tipos o rostros de campaña que se generan, los cuales están marcados por características y acciones particulares en cada candidatura. Se puede mencionar la campaña egocéntrica, campaña polarizada, campaña de grandes figuras, campaña del mal menor, campaña para iniciar un partido, campaña para educar, campaña utilitaria, campaña negativa, campaña sucia, entre otras.
De los tipos de campaña mencionados, son varios los que se han desarrollado en el Ecuador a lo largo de su vida política, sobre todo durante el período democrático en el que las estrategias y tácticas han estado a la orden del día, acompañadas también de la incidencia que han tenido los medios de comunicación.
Los rostros de campaña que nuevamente empiezan a configurarse en el país son los de una campaña polarizada y la sucia, marcadas por una crisis económica que ha afectado a la mayoría de los ecuatorianos. Los ataques entre los candidatos y sus seguidores, a través del uso intensivo de plataformas digitales, ha llevado a una permanente denigración de las candidaturas.
La conformación de ejércitos en cuentas de redes sociales, dedicados al despliegue de información falsa y encargados de destruir la imagen de los distintos candidatos, seguramente llevará a que muchos de ellos ocupen la mayor parte de su tiempo en defenderse y aclarar ataques infundados, que a exponer sus propuestas, rebajando así el nivel del proceso electoral.
Entidades oficiales, grupos veedores, medios de comunicación y la ciudadanía en general, serán los encargados de exigir que cada candidatura se enfoque en presentar sus propuestas y planes de gobierno al país y velar para que el proceso no termine convirtiéndose en un nuevo escenario de ataque y difamación a sus participantes.(O)
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