No hay duda que el Ecuador vive un estado de expectativa y de satisfacción enorme por lo hecho por nuestro compatriota, el carchense, Richard Carapaz. Cuando escribo estas líneas aún faltan las últimas tres etapas del Giro de Italia y las posibilidades de triunfo de Richard son muy altas. Cuando salga este editorial iniciando el domingo 2 de junio faltará la última etapa en la que Primoz Roglic podría descontar más de un minuto de la ventaja que le lleva Richard Carapaz, lo cual no le alcanzaría para arrebatarle el triunfo.
Por otro lado, las etapas 19 y 20 son de montaña en las que el carchense es fuerte y el italiano Nibali tendría muchas dificultades de descontarle la ventaja. No obstante lo dicho, el ciclismo es un deporte en el que las contingencias mecánicas o las que dependen de los otros competidores pueden jugar un papel determinante.
Al margen de que en Verona Richard se consagre ganador o no en el Giro de Italia, nos ha llenado de un genuino orgullo el verlo vistiendo la camiseta rosada del líder de la competencia por cinco etapas ya. Sin duda la gesta más grande del ciclismo ecuatoriano y que la ubica en el nivel de reconocimiento del triunfo de Andrés Gómez en Roland Garros en 1990 y el de Jefferson Pérez en Atlanta, en 1996.
Richard Carapaz acaba de cumplir 26 años por lo que aún tiene mucho que dar en el deporte del ciclismo. Los triunfos no han sido frecuentes en el deporte ecuatoriano y por ello la hazaña de Richard la sentimos con muchísima emoción. Su mérito es enorme. Se ha forjado a base de disciplina, constancia, esfuerzo, sacrificio.
Dio los pasos necesarios como juvenil ganando la vuelta a Guatemala y la vuelta a Colombia y con humildad y calidad se ha ganado espacio y respeto en el equipo Movistar. Richard Carapaz ha demostrado sencillez en los triunfos y no ha cambiado su talante ponderado, su actitud afable, su gran comportamiento. El Ecuador entero está detrás de Richard Carapaz y espera con fundada esperanza su consagración. La provincia del Carchi, con justicia absoluta, se repleta de orgullo por lo actuado por uno de sus hijos. (O)