El Ecuador se ha llenado de orgullo por el extraordinario triunfo de Richard Carapaz. Un país pequeño, pobre, desmoralizado por las noticias de delincuencia, inseguridad y corrupción se despierta con la inmensa alegría de una medalla olímpica, de oro.
Todo el Ecuador festeja y todo el Ecuador ha estado detrás de Richard Carapaz. Desde el triunfo en la vuelta a Colombia, siguiendo con la victoria en el Giro de Italia, la vuelta a Suiza y los podios en las vueltas a España y el tour de Francia. Richard Carapaz le ha hecho visible al Ecuador y ha demostrado cómo, con voluntad inquebrantable, es posible alcanzar metas insólitas.
La provincia del Carchi tiene la satisfacción sublime de que uno de sus hijos ha conseguido una hazaña. Sin duda el triunfo es de él, de Richard. Es él quien ha pedaleado decenas de miles de horas, el que ha dejado parte de su piel en la carretera, el que se ha esforzado hasta la extenuación. No obstante, todos nos regocijamos de su triunfo y reconocemos su esfuerzo titánico. Es la hora de Richard, la hora de un hombre grande y valeroso que nos inyecta optimismo y que nos hace ver cómo nuestro país puede salir adelante. Un ejemplo de valor y tesón.
Hace 25 años fue Jefferson Pérez quien nos dio esa alegría indescriptible y que nos demostró que la fuerza de voluntad es la que consigue lo inimaginable.
Esta ha sido la delegación más numerosa que ha tenido Ecuador en unos juegos olímpicos, con 48 deportistas y nos hace ver que el deporte ecuatoriano ha progresado. Queremos seguir soñando y ver que otros deportistas consigan nuevos triunfos. Que sea el deporte el que nos motive para hacer del Ecuador un país grande, desarrollado, sin hambre, sin pobreza, sin delincuencia, sin inequidad.
Es la hora de Richard, de la “Locomotora del Carchi”, de un titán con piernas de acero y un corazón enorme.