No solo que se ve ofensiva e insultante, sino que retrata una figura en decadencia. El Rey posando ante las cámaras con un elefante cazado y/o dos búfalos muertos, quién sabe si por la misma arma que asesinó al elefante, es una imagen anacrónica, aunque los españoles lo consideren -no todos, por supuesto- el símbolo de otra democracia o de “su” democracia.
El Rey no es un cargo ejecutivo y menos aún democrático, por cierto. Aspira a ser una institución de guía y referencia moral para los ciudadanos (vaya paradoja) que en realidad son súbditos, si nos atenemos al espíritu de una monarquía.
Y para muchos lo es todavía en varios países europeos. Es más: esa figura es casi como el eslabón entre la Tierra y el cielo. Tanto que la misma Iglesia guarda mucha reverencia y hasta complacencia con los “desmanes” y “desórdenes” de los monarcas. ¿Y por eso se les perdona todo?
Casualmente los días previos a la divulgación de la imagen y noticia de que el Rey mataba elefantes en Botswana, en España se producía un debate y marchas a favor de la constitución de la III República.
Bajo el lema “Frente a los mercados, más derechos, más democracia: III República”, principalmente la Izquierda Unida confrontaba con la sociedad española su propuesta para enfrentar la peor crisis económica de su historia con “un proyecto de país futuro para las mayorías sociales”. Y recordaron, con una selección de artículos de la Constitución de 1931, la necesidad de un Estado laico y de subordinar la riqueza a los intereses de la economía nacional. Dijeron, que había que pasar de la nostalgia de recordar la II República para fundar, con acciones y propuestas concretas, la III.
Bien podría alguien refutar este artículo diciendo: “Allá los españoles con sus instituciones”. Pero resulta que por más buenas relaciones diplomáticas que tengamos, por más migrantes que albergue ese país o crisis económica que atraviese, no sintoniza con lo que preconizan sus autoridades (monárquicas y civiles) con lo que están haciendo a favor de la gente y de los animales.
Mientras el Rey es miembro de una ONG ambientalista y en defensa de los animales; mientras llama a la austeridad y con Rajoy recortan el gasto público significativamente, la “máxima” autoridad anda por África matando animales sin rendir cuentas de sus gastos a nadie, que no son fruto de su trabajo ni de sus empresas, sino de los aportes de los españoles. ¿Y no son los reyes y jefes de gobierno quienes dan clases de democracia a sus ex colonias y desde acá unos modernos “súbditos” acogen, al punto que vienen a ciertas universidades a decirnos lo que tenemos que hacer? ¿O no vino a eso y por eso fue tan acogido en algunos medios de Ecuador el señor José Aznar?