El 7 de noviembre de 1917 es la fecha en la que los bolcheviques se hicieron con el poder en Rusia, concretando la llamada "Revolución de Octubre", porque en el calendario juliano que Rusia había adoptado, la fecha era el 25 de octubre. Cuando la Unión Soviética incorporó el calendario gregoriano, la fecha es el 7 de noviembre. La revolución bolchevique representa un hito trascendental en la historia al constituir el primer gobierno marxista. La influencia de tal revolución fue determinante para que muchos países del mundo constituyan gobiernos marxistas y se modifique drásticamente el panorama político mundial. En el balance, parece ser que la ideología y los gobiernos marxistas fracasaron en su propósito de crear una sociedad próspera e igualitaria y, aunque totalmente menoscabada, no puede considerarse una ideología en extinción.
Por otro lado, el 7 de noviembre de 2001 se dio una revolución en la historia del fútbol ecuatoriano. Por primera vez, tras el empate 1 a 1, con la selección de Uruguay, Ecuador clasificaba a un campeonato mundial de futbol, el de Corea-Japón 2002. Ese día, de extraordinaria recordación, marcó el inicio de una conciencia sobre la realidad de que nuestro fútbol había evolucionado y, sobre todo, la conciencia de que sí podemos hacer grandes cosas si nos lo proponemos.
El gol de cabeza de Jaime Iván Kaviedes, ante el centro perfecto de Álex Aguinaga, revolucionó nuestra idea pesimista y derrotista acerca de nuestro fútbol.
Ecuador, desde que tengo uso de razón, había fracasado en los intentos de clasificar a los mundiales de fútbol de Inglaterra, México, Alemania, Argentina, España, México, Italia, Estados Unidos y Francia. Finalmente clasificamos al mundial de Corea-Japón de 2002. Nos tocó una serie difícil, perdiendo ante Italia y México, pero obtuvimos nuestro primer triunfo ante Croacia, con gol de Édison Méndez. Desde entonces asistimos a dos mundiales más, en Alemania en 2006 y Brasil en 2014. En Alemania avanzamos hasta octavos de final.
El 7 de noviembre de 2001, hace 20 años, se operó una revolución en nuestro fútbol, una revolución que ha permitido creer en nuestras capacidades y que fueron demostradas al acudir a otros mundiales; una revolución que nos ha abierto la posibilidad de que haya mejor formación de nuestros futbolistas y que, en buena hora, haya ido desvaneciendo ese horrible mal que por tantos años hizo tanto daño a nuestro fútbol, el regionalismo.