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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

¿Queréis revolución?

11 de agosto de 2019

¿Queréis revolución? Hacedla primero dentro de vuestras almas”. La expresión pertenece al célebre demagogo, cinco veces presidente de Ecuador, José María Velasco Ibarra. Sin duda su habilidad oratoria sedujo a un pueblo ingenuo y poco instruido, al punto que fue varias veces elegido, defenestrado y vuelto a elegir, pese a su vocación dictatorial. Pienso que Velasco Ibarra tuvo razón al ser escéptico frente a las revoluciones. Estas son complejas,  dolorosas y no siempre funcionan. En efecto, muchas de las revoluciones del siglo XX y XXI fracasaron o se diluyeron. Por contraste, la Revolución francesa y la de la Independencia de Estados Unidos, ambas en el siglo XVIII, fueron fundamentales para reivindicar sus pueblos y para el establecimiento de los principios del Estado liberal.

En Ecuador, la Revolución Liberal de 1895 fue determinante para moldear el progreso social al establecer el laicismo, la libertad de culto, el divorcio, entre otras conquistas. Asimismo, las revoluciones  de la independencia frente a España, para dar origen a nuestras naciones, fueron plausibles. ¿Podemos hacer revolución dentro de nuestras almas? ¡No!, categóricamente, no. Los seres humanos pensamos, actuamos y nos comportamos de acuerdo con nuestra carga genética, nuestra educación hogareña, nuestra instrucción académica y por las limitaciones que nos impone la ley. No hay factor alguno que, repentinamente y para bien, nos transforme individualmente, y menos aún positivamente a toda la población. Por ende, el hacer una revolución individual, como resultado de la introspección, para lograr un resultado colectivo, no es más que una utopía.

Las formas de mejorar el comportamiento humano para el desarrollo de la sociedad son la educación y el respeto a la ley. La educación organizada, planificada, meditada, científicamente construida es indispensable. También es indispensable el buscar el respeto a la ley. Cuando, mediante los mecanismos adecuados de la acción de la fuerza pública y de la justicia entendamos que lo malo que hagamos tiene consecuencias de punición, coartaremos la viveza criolla y contendremos la corrupción. Educación y respeto a la ley, como en Singapur. (O)  

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