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El Telégrafo
Edmundo Vera Manzo

Revolución, estancamiento, retroceso o aceleración de los ciclos personales, institucionales y sociales

02 de enero de 2016

Los ciclos vivos de la naturaleza y la sociedad tienen dos momentos garantizados: el nacimiento y la muerte inmediata  o al final de etapas intermedias. Las etapas intermedias pueden ser de desarrollo, aceleración, estancamiento y retroceso.

El nacimiento de un ser vivo y de una institución social es un acto de importancia equivalente muchas veces al inicio de un proceso revolucionario. Se trata de un ser o situación que antes no existía. La verdadera revolución es un salto cualitativo. Es una ruptura con la situación anterior. La revolución es la materialización de potencialidades que se encontraban a la espera de su nacimiento. Su presencia señala un desarrollo extraordinario cuyo despliegue puede darse o frustrarse de acuerdo a las circunstancias donde tiene que desenvolverse. ¿Cuántos sueños o proyectos abortan, por no existir las condiciones para poder nacer y desarrollarse? Para no perder el entusiasmo y deseos de cambios se requiere una revolución en la revolución y rectificación de rumbos, radicalizando a la revolución. En caso contrario, se burocratiza, se paraliza, retrocede. Existen procesos individuales y sociales, atrofiados, raquíticos, subdesarrollados, con débiles estímulos culturales. Representan el atraso. El bienestar de unos pocos y el sufrimiento y exclusión de la mayoría. Es el pasado de la dominación de los colonizadores, los latifundistas, los grandes exportadores e importadores, los monopolistas, los banqueros, prestamistas y neocolonizadores y sus intermediarios nacionales, que se quedan con la mayor parte de la riqueza de los países. Existen países con etapas buenas y muy buenas en los sectores de la salud, educación, economía, culturales y espirituales. Requieren un perfeccionamiento continuo, una revolución permanente, para que alcancen nuevas metas y objetivos. Cuando los cambios son tan solo cuantitativos: mejora de sueldos, carreteras, refinerías, represas y edificios (escolares, salud, judiciales, policiales y militares), sin cambios revolucionarios en la conciencia, se corre el peligro de caer en el arribismo, el consumismo y la corrupción.  Cuando el interés principal de muchos dirigentes es egocéntrico o de beneficios de los cargos públicos, se detienen los procesos y puede darse un reflujo hacia el pasado, que puede ver a la oposición como alternativa en el poder político.

De acuerdo con Albert Einstein no se puede cambiar una situación haciendo lo mismo. Para mejorar, perfeccionarse, hay que cambiar lo que se viene haciendo mal, en caso contrario se produce estancamiento, la  repetición de las conductas rutinarias, ordinarias, mediocres. Cuando las personas, partidos políticos, instituciones sociales, comunidades y países repiten todos los días lo mismo, se paralizan, se estancan, retroceden. No ven o no les importa lo que  hay que cambiar en el presente, para que el futuro sea diferente. Tan solo les importa  aprovecharse de la revolución y lo que hacen es asfixiarla, matarla. No miran hacia adelante, sino hacia atrás como el cangrejo, para cerrarle el paso  a los inconformes, a los rebeldes y revolucionarios que no están contentos con la rutina, el estancamiento. Cuando la política se la conduce mal se termina el ciclo. No se debe ir para atrás como el cangrejo, hacia una mayor explotación, marginalidad social y miseria. No se debe cambiar retrocediendo hacia un pasado tenebroso, hacia el retorno de los brujos dueños del mercado, metiendo sus codiciosas manos a favor de los más poderosos, en nombre de Dios o de falsas leyes económicas.

Todos los días se puede y se debe aprender como persona, y las instituciones, mejorarlas, acelerar su cambio, profundizar la democracia y la justicia social. ¿En cuál situación nos encontramos como seres humanos, las instituciones donde estamos vinculados, el partido político por el cual votamos, nuestro país, América Latina y el planeta? (O)

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