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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Revolución Ciudadana en pleno proceso

24 de octubre de 2015

Pregonan ciertos articulistas, agoreros de la política y los eternos perdedores de las contiendas electorales, como algo nuevo, que “todo principio tiene fin”, y se remontan a los ciclos históricos para su explicación y advierten en alusión al Gobierno de la Revolución Ciudadana, e incluso, desesperados, se atreven a predecir, ilusamente el final del liderazgo de Rafael Correa Delgado.

Pero los periodistas que se consideran profetas, se olvidan de que el período neoliberal es el que está llegando a su fin, porque no ha logrado resolver los problemas que aquejan a los sectores más pobres y abandonados, y que el pueblo ecuatoriano inauguró una nueva era el 26 de noviembre de 2006 al seleccionar en las urnas, democráticamente, a Rafael Correa como Presidente de la República, y en reconocimiento a las conquistas sociales alcanzadas hasta el momento, en beneficio de los grupos mayoritarios postergados en salud, educación y equidad, ratifica permanentemente su apoyo al proceso de la Revolución Ciudadana, que avanza, indetenible, sin límite de tiempo, hasta su consagración definitiva.

La lucha contra la derecha política, durante los últimos años, no llega a su fin, porque aún está en marcha un proyecto por la construcción de una patria nueva.

Los trofeos conquistados, no es tarea fácil, porque el rival político es audaz, belicoso y decidido hasta conspirar por el retorno al nefasto pasado, incluidos los socialcristianos que con el apoyo de la banca y el quebrantado poder de los medios privados, insisten en nuevas inversiones para recuperar la grata época del enriquecimiento ilegal, el ocio del holgazán y su vida de placer.

Con la presencia de la fuerza del cambio se extingue el poder político y económico de la derecha reaccionaria y con ello el renacer de la esperanza de los pobres de mejorar sus condiciones de vida. En las últimas décadas, el sector neoliberal ha evidenciado su ineptitud por resolver los acuciantes conflictos que perturban la tranquilidad de los hogares olvidados. Los grupos pudientes, añorando la era de la corrupción, el festín de los negocios y la evasión de impuestos, fustigan al régimen del Buen Vivir, cuando, ahora, el país transita en el proceso de cambio, por una patria nueva.

El tema principal no es “todo principio tiene fin”, sino el pánico de la oligarquía, la derecha política y la prensa comercial por el fortalecimiento del liderazgo de Correa, a nivel nacional y continental y el pronunciamiento popular en apoyo a la tesis o versión de un proyecto constitucional de reelección indefinida. El temor se acrecienta por el solo hecho de que el mandatario ha ratificado, reiteradamente, que continuará la lucha hasta terminar el proceso revolucionario con el respaldo de los sectores mayoritarios del país.

Referente a la propuesta de enmienda constitucional, un jurista explica: “De ninguna manera involucra afanes de carácter dictatorial, ni quebrantamiento de la voluntad soberana. El principio democrático sigue subsistiendo, porque es la ciudadanía la directamente consultada”. Es criterio generalizado conceder oportunidades a los líderes de Latinoamérica para que terminen su obra social, sin que esto signifique propiciar la dictadura. La Revolución Ciudadana avanza por tramos, pero ahora, por las contingencias, su líder reflexiona, adopta precauciones, sin perder la celeridad. Frente al riesgo de la restauración conservadora, es indispensable mantener el liderazgo de Rafael Correa, único garante para proclamar la nueva independencia que abarca plena justicia social, igualdad y respeto a los derechos humanos. (O)

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