“No contentarse con el rosario en la mano y el breviario del cristiano, es preciso abrirse paso entre envidia y mezquindades y burlando tempestades, dedicarse ya a estudiar. El estudio sublimiza enaltece y dignifica; es la ciencia la que indica los medios de progresar”. En este breve fragmento Matilde Hidalgo revela todo aquello que las mujeres debemos hacer para demostrar tres veces más que tenemos los mismos derechos.
Ella, pionera del voto femenino, concejala de Machala y primera diputada por Loja, tuvo que enfrentar adversidades para conseguirlo.
Hoy el Ecuador vive un profundo retroceso en la representación política de las mujeres, pues tendremos una sola candidata presidencial, contados binomios paritarios, y pocas mujeres encabezando listas parlamentarias.
La violencia en el espacio político es un factor de riesgo para nosotras, ésta trasciende la militancia, aquí se expone la intimidad, se arman campañas de desprestigio, los misóginos se esconden detrás de un teclado para ejercer el terrorismo emocional desde su inferioridad.
Dentro de los partidos la violencia se vive igual, se relegan a segundos puestos a compañeras valiosas y se asume que “el país no está preparado para una mujer”. La violencia también se ejerce hacia periodistas y autoridades nacionales; basta con mirar la actuación del Presidente del Consejo de Participación Ciudadana para evidenciar a lo que estamos expuestas.
En la actualidad no existe en el país uno solo movimiento o partido político liderado por una mujer. A la fecha de 221 cantones 19 son gobernados por mujeres, somos el 33% en Concejos Municipales y tan solo 6 Prefectas de 22 provincias. La paridad que establece la ley tuvo que demandarse ante los jueces.
Quizá por todo esto es difícil encontrar liderazgos femeninos fortalecidos, que se arriesguen a gobernar con con suavidad y firmeza, con honestidad y transformar la política ejercida por dinosaurios y negociantes para hacerla más digna.