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El Telégrafo
Sebastián Endara

Repensar en la libertad

11 de noviembre de 2020

Es un momento propicio para repensar la libertad. Cuando se conmemoran los aniversarios de las gestas libertarias, tendemos a ver sus conquistas como objetos de un pasado remoto, superado. Pero no es necesariamente así. La libertad es un anhelo absolutamente vigente, en algunos casos porque vergonzosamente, en 200 años de república, no la hemos alcanzado; en otros, porque las nuevas condiciones sociales obligan a reformularla.

En todo caso, la libertad es una parte constitutiva fundamental de nuestras democracias actuales que se ven inducidas a aceptar la complejidad de la organización colectiva que ella implica con el riesgo de quedar rezagadas en un anacronismo histórico, de no hacerlo.

Parafraseando a J.P. Sarte podemos decir que tenemos la responsabilidad de ser libres, pero libres en una libertad que no tiene que ver solo con la autonomía individual sino especialmente con las condiciones de su realización. Es decir, que habría que pensar a la libertad como un concepto plural que nos incumbe a todos y en el que nos reconocemos y solidarizamos como miembros de ese colectivo que tiene como fin la vida en libertad. Muy distinto al concepto que maneja el liberalismo clásico, de libertad individual, haciendo que su realización efectiva recaiga exclusivamente en las competencias empresariales de una persona, en su inteligencia o en otras virtudes que todos desearíamos tener.

Lo cierto es que no preocuparse por las condiciones sociales que hacen posible la libertad individual, es un serio atentado a la libertad, y en este punto, a pesar de ser una redundancia, se debe decir que esas condiciones están inexorablemente atadas a la cuestión de lo público, sí, a la democracia, a la res-pública expresada en un conjunto de derechos que requieren la inversión y cuidado de toda la organización social, por citar los más importantes: la salud pública, los servicios básicos públicos, la educación pública, la vivienda pública, el espacio público, las vías de movilización pública, la comunicación pública, etc.

En definitiva, queremos libertad, queremos poder decir lo que pensamos y hacer lo que queremos sin miedo alguno. Queremos una sociedad de mujeres y hombres libres y para ello no podemos negarnos a mantener y robustecer la inversión pública que garantice los derechos. Hacerlo sería un retroceso efectivo en la búsqueda de la libertad y la concreción de la democracia.

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