La anomia social que ronda el ambiente es una muestra de lo que la sociología clásica definió como una pérdida de valores, de cohesión social donde se imponen la indecisión y alienación. El orden social se altera y podría llegar a destruirse. En los individuos priman el miedo e insatisfacción que podrían llevar hasta el suicidio, según Durkheim.
Peor aún, Hobbes nos dice que dada la naturaleza humana es posible un eventual retorno a un estado de naturaleza donde se pelean unos contra otros por toda clase de conflictos, lo cual lleva a tener una vida miserable, a la violencia y a la muerte. De ahí la necesidad de un artificio, del pacto para crear un Estado absoluto concentrador de la soberanía que deba decidir por todos en procura de la paz y la seguridad. La imagen espeluznante de una sociedad con estas características parece rondar a los ecuatorianos: ausencia de cohesión social, pusilanimidad en la toma de decisiones, medidas que privilegian a ciertos sectores sin considerar las penurias de otros, refriegas y conflictos por cualquier tema, escasez, hambre, temor al contagio, corrupción, ausencia de perspectivas.
De esta situación todos somos corresponsables. No obstante, mucha culpa tiene el Gobierno de la década anterior por faltar al pacto ético ofrecido debido a una corrupción dirigida a permanecer en el poder; y no solo es la falta de previsión de ahorros básicos, sino que nos dejó la sensación de derrota de un proyecto que era prometedor. Este Gobierno, al pretender distanciarse del correísmo se apegó a unas élites políticas y económicas a fin de gobernar; sin embargo, ni han dado la talla para hacerlo ni les ha interesado llevar adelante un proyecto de país.
El país necesita reinventarse, construir acuerdos mínimos que nos permitan convivir; se requiere mayor disposición, esfuerzo y trabajo de los diferentes sectores sociales; pero sobre todo menos mezquindad y mayor perspectiva desde las élites. Esta sensación de caos no puede resolverse por la vía absolutista, peor totalitaria, requerimos democratizar nuestras relaciones sociales en las esferas en las que nos desenvolvemos: el trabajo, la familia pero también en la sociedad y el Estado. (O)