Quienes alguna vez usamos un computador, o lo usamos como material de trabajo, hemos llegado a un punto en el que este colapsa. Sea porque se pone lento y no reacciona, porque no cumple su funcionalidad, porque se traba o porque tiene algún defecto que por falta de nuestro conocimiento técnico no entendemos, pero de que se daña, se daña. ¿Qué hacemos normalmente? Lo reiniciamos, aplastamos ese botón, hasta cierto punto mágico, que apagará todo y volverá a encender el computador, posiblemente, haga algunas actualizaciones y listo estará como nuevo. Sentiremos la sensación de que todo está bien. Hasta que vuelva a suceder lo mismo del inicio, se trabe, se ponga lento, y volvamos por supuesto a hacer lo mismo, reiniciar, entrando en un círculo vicioso que nos dé placer a corto tiempo o la ilusión de que todo va bien.
Usted dirá qué hago escribiendo de computadores, yo le diré no hago eso, sino que hablo del país. Extrapole lo mismo, sube la violencia en el país, queremos botarle al presidente y sacamos los militares. Sube la gasolina, queremos hacer un paro. No hay empleo, queremos botar la Asamblea. Hay una sentencia que no nos gusta (ojo gusta, cuando la justicia no debería ser subjetiva), y queremos botar a todos los jueces, generalizando y demás.
No digo que no existan problemas como los anteriores, ellos están. No digo que se evidencia una ruta clara de este gobierno que se cuente con un equipo técnico para diferentes áreas y respondan, al menos yo no la veo. No digo que la Asamblea no indigne, con su incapacidad de hacer acuerdos públicos, su capacidad para hacer todo en la sombra, y su desvergüenza para mostrar ineptitud, con pocas excepciones. Sin embargo, botar a todos, hacer consulta, constituyente, etc., en fin, reiniciar, no soluciona nada. Mañana habrá elecciones, mañana los mismos estarán en papeleta o en funciones, y solo tendremos la sensación e ilusión de esperanza de que todo será mejor, o peor aún, que regresemos a lo menos malo por conocido, y volveremos a empezar.
¿Qué hacer? En el siglo XXI creo que es hora de pensar en cambios estructurales, no de formas, sino de fondos. Instalar democracias abiertas, digitales, que el rol de la ciudadanía sea fundamental, que el rol de los políticos sea acompañar una votación, no votar por nosotros. Construir cultura y educación política. Menos democracia representativa, más democracia participativa, desafiar el Estado central, y formar gobiernos locales con más autonomía para que las autoridades respondan al mandante, y el ciudadano se sienta más cercano y sea parte de la construcción de las políticas públicas que tanto necesitamos y pensar