A propósito de la renovación de las principales autoridades en los entes reguladores del sistema de educación superior en el País (CES y CACES), es oportuno reflexionar sobre la propuesta de reimaginar la educación superior que la UNESCO a través del Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), han liderado luego del impacto que la pandemia ha tenido en el sector educativo y el rol preponderante que ha alcanzado la tecnología en este debate. La pandemia develó enormes desigualdades y deficiencias estructurales en la educación, así como en los demás sectores sean económicos o sociales. En este sentido, debemos considerar oportuno repensar o reimaginar -como plantea la UNESCO- la acción de las universidades y fortalecer su rol en el desarrollo del país. Para ello es indispensable reflexionar sobre cuestionamientos tan básicos como ¿Qué país queremos? ¿Cómo, cuándo y qué debemos aprender?
Es indiscutible que la educación se constituye en la base de una sociedad más inclusiva y que permite reducir las brechas económicas y sociales; sin embargo, esta debe ser pertinente y puede serlo si incorpora en sus modelos pedagógicos a la tecnología que claramente nos ha planteado cambios fundamentales, no sólo como una herramienta que intermedia a docentes y estudiantes, sino como un elemento fundamental de una nueva pedagogía de formación universitaria y de gestión académica que se integre al ciclo de vida del estudiante. Nos exige además revisar los roles de docentes, estudiantes y directivos que conlleva importantes esfuerzos en capacitación y formación pedagógica principalmente en fortalecer la auto regulación y disciplina en el estudiante y el rol de facilitación, tutoría y acompañamiento del docente.
Estamos frente a una era de cambios vertiginosos en el mundo productivo y por consiguiente del mercado laboral que demanda de las universidades capacidad de resiliencia acorde a esta dinámica tecnológica y global. La educación superior bajo modalidad híbrida parece ser la mejor respuesta para adaptarse a este contexto que nos garantice la generación de competencias profesionales y digitales en todos sus actores lo que redundará en una educación colaborativa, colectiva, global, eficaz y resiliente. Los cambios en el marco normativo planteados por el nuevo CES para dotar de mayor celeridad y flexibilidad en la aprobación de nueva oferta académica son importantes; sin embargo, no podemos dejar de debatir una nueva visión de la educación superior o reimaginarla.