A pesar de la terca oposición del MPD, la dirigencia de la UNE y unos cuantos seguidores, los cambios profundos en el sistema educativo avanzan con la aceptación de la mayoría de la docencia en sus tres niveles y amplios sectores estudiantiles que anhelan una enseñanza de calidad para enfrentarse a la vida como eficientes profesionales. Es oportuno recordar el principio constante en la Constitución: la educación es indispensable para el conocimiento, el ejercicio de los derechos y la construcción de un país soberano y constituye un eje estratégico para el desarrollo nacional”.
La Universidad de Guayaquil, desde la vigencia de la Ley de Educación Superior, comenzó a operar cambios en el ámbito académico y administrativo con el propósito de formar un profesional, según la realidad del país, sus necesidades y el mercado laboral. La Facultad de Comunicación Social ingresa a la reforma, elimina asignaturas innecesarias e incorpora otras, con incidencia a mejorar el perfil del comunicador. La Facultad de Sicología, con la aplicación de un nuevo pénsum, proyecta graduar promociones aptas para desenvolverse con mayor amplitud en la vida profesional. En las unidades de Medicina, Ingeniería Química y Economía, entre otras, reestructuran el contenido de las asignaturas en procura de fortalecer la formación profesional.
Hacía falta un rediseño de los fines de la enseñanza, en el nivel medio, con la finalidad de que los egresados se encuentren aptos frente a la contingencia de la vida o para continuar sin dificultad los estudios superiores. Escuelas, colegios y universidades se deciden a entrar en la reforma contemplada en las nuevas leyes educativas en vigencia.
Solo los miembros de la UNE, torpemente, se atan al pasado. Por fortuna, unos cuantos profesores incapaces y corruptos se van retirando del escenario sagrado, aunque todavía quedan contados traficantes y acosadores que avergüenzan al magisterio. Condenamos el vandalismo callejero propiciado por el MPD, que se resiste a perder privilegios. Abrigamos la esperanza de que los nuevos maestros seleccionados para reemplazar a los jubilados, previo ingreso, demuestren capacidad, equilibrio emocional, honradez y sentimiento de solidaridad.
La educación es un proceso complicado, pero hoy rigen leyes educativas, laboran autoridades con nobles atributos y solo falta el maestro del siglo XXI, de vocación, honrado y con fe en la juventud para que contribuya en la obra de este gobierno de convertir al Ecuador en una nación grande y próspera, en donde se viva sin sobresaltos y en paz.