¿Son los recursos naturales una maldición o una bendición? En “El planeta saqueado”, libro de Paul Collier (2010), de la Universidad de Oxford, se describen los riesgos y desafíos en el uso y gestión de los recursos naturales. En Noruega –país ubicado en la escala más alta del planeta en la clasificación del índice de desarrollo humano- uno de ellos, el crudo, sería una bendición, y otro, con mucho menos valor de uso, el diamante, sería una maldición en Sierra Leona.
En otras palabras, un objeto inanimado (recurso natural, bien primario, commodity, oro, hierro, uranio…) puede ser una bendición o una maldición cuando los seres humanos lo usan con uno u otro propósito. No son ni benditos ni malditos; son elementos de la naturaleza.
Collier presenta argumentos a favor de la exportación de materias primas, en particular en el África, siempre que se reinviertan las rentas y si hay “buena gobernanza”. El libro es oportuno de cara a las discusiones en América Latina, en donde cobran fuerza los debates entre desarrollistas y post-extractivistas.
El debate tiene claros y obscuros. Por una parte, está la estrategia de prospección de la industria petrolera mundial, los costos máximos que están dispuestos a asumir para extraer petróleos difíciles y pesados; el avance de las empresas chinas en Latinoamérica mediante sus inversiones en sectores extractivos, en medio de un escenario global de crisis energética; el retraso en el desarrollo de tecnologías alternativas y sobre todo con el telón de fondo el agotamiento acelerado de los recursos naturales. De otro lado, están los posibles impactos sociales y ambientales y las reacciones de la sociedad en los sitios donde se realizan las actividades extractivas, sean petroleras, mineras o agrícolas.
El profesor Collier propone una fórmula sencilla e ingenua para el tratamiento de los recursos naturales: naturaleza + tecnología + regulación = prosperidad. Ingenua, porque a esta ecuación sería bueno ponerle un par de preguntas desde la economía política para ver si en verdad suma lo que afirma. ¿Qué es la naturaleza? Si es un recurso, entonces los recursos suelen ser apropiados por los más fuertes o más afortunados (siempre existe una dosis de azar en todo esto). Y claro, la regulación no la imponen los más débiles, sino quienes detentan el poder, que también son quienes poseen la tecnología.
Es necesario evitar que la dualidad entre extractivismo y post-extractivismo, como punto de conflicto entre desarrollismo y buen vivir, caiga en el mismo campo de ingenuidad. Lo que sí es oportuno es el debate, más aún en economías dependientes de recursos naturales (en Ecuador, el petróleo representó el 51% de las exportaciones totales en el año 2010).