Asistí a un debate en torno a la novela de Moisés Naím, Dos espías en Caracas. Novela tanto como historia, dado que la trama transcurre en la convulsionada Venezuela de las últimas décadas. En un salón colmado por la diáspora venezolana, las preguntas del público no eran literarias, sino políticas. Todas podían resumirse en una: ¿cómo llegamos a esto?
“Esto” queriendo decir un país destruido. Abundante en recursos, pero hoy sin economía, sin Estado, sin ley, sin vacunas, sin educación, sin consumo de proteína y con un éxodo de más de cinco millones de personas (16% de su población), en la crisis migratoria más grave del continente en la historia. Y todo ello sin guerra ni desastre natural que lo explique.
Una pregunta de la audiencia tornó la discusión en un ejercicio comparativo: ¿por qué surgió un Chávez en Venezuela y no en México, Colombia o Brasil, por ejemplo, países con vasta pobreza, profunda desigualdad y similar tradición populista? La respuesta giró alrededor de imponderables, los accidentes de la historia que permitieron la aparición de un psicópata demagogo, poniéndolo al frente del país con las mayores reservas de petróleo del planeta y, para peor, otorgándole luego la suma del poder público.
Es que, por una parte, en los años de la aparición de Chávez, Venezuela no era ni tan pobre ni tan desigual. Lo que sí tenía de diferente al resto de los países de la región es que el grueso de la riqueza no estaba en manos privadas. Me refiero al petróleo, Chávez no fue la única maldición. La otra es la del recurso.
Por lo general, dichas economías crecen durante shocks de precios favorables, pero con las clásicas distorsiones de la “enfermedad holandesa”. El exceso de divisas aprecia el tipo de cambio real, afectando la competitividad del sector industrial. La renta exportadora se usa para financiar importaciones de manufacturas. Cuando los precios internacionales caen, y siempre caen, el superávit de cuenta corriente se transforma en déficit.
Muchas veces dije que Venezuela es de todos, sobre todo su crisis que es hemisférica. Nos compete a todos, en definitiva, entender ese “cómo llegamos a esto”. (O)
*Tomado de Infobae