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El Telégrafo
Bernardo Sandoval

Recomenzar luego del covid-19

29 de marzo de 2020

Tras timoratas declaraciones, la OMS finalmente se atrevió, el 11 de marzo de 2020, a afirmar que lo que vivíamos era una pandemia de covid-19. Siendo nuevo el tipo de patógeno, nada sabíamos de su verdadera magnitud y, en medio de su desarrollo especulábamos sobre qué tan serio sería el problema. Experiencias en 2003 y 2012 con el SARS y el MERS, causados también por otros coronavirus, nos alentaban a pensar que el problema sería transitorio.

La evidencia nos demuestra que la pandemia probablemente durará mucho tiempo y ante la ausencia de vacuna o tratamiento las consecuencias serán devastadoras para la salud y para la economía. Para ilustrar la magnitud de la situación, un estudio del Imperial College of London señaló que, en el mejor escenario de mitigación (confinamiento de contagiados, reclusión en casa y aislamiento social de personas de la tercera edad), la mortalidad final sería de 250 mil personas en el Reino Unido y algo más de un millón de personas en los Estados Unidos.

En Ecuador y América Latina aún no hemos alcanzado la progresión vertiginosa de los contagios y esperemos que esta no llegue; sin embargo, no hay razones que nos estimulen a creer que no ocurrirá.

Frente a esta realidad debemos ser pragmáticos y solidarios. Asumir la realidad dolorosa y enfrentarla. Todo el sector de la salud volcado a tratar pacientes infectados entendiendo que esas, la de consagrar la vida al servicio de la humanidad y la de entender que el bienestar del paciente es su prioridad fundamental, son elementos consustanciales a su profesión, aun a riesgo de sus propias vidas.

De otro lado, la solidaridad de toda la sociedad debe emerger para sostener la devastada economía. La banca privada debería donar el 20% de su utilidad; todo ecuatoriano que gane más de 1000 dólares al mes debería donar, por seis meses, el 10% de su sueldo; las empresas que han tenido utilidades extras por la crisis, deberían donar el 30% del excedente; aumentar a 35%, por dos años, el impuesto a la renta a las empresas y, finalmente, acabar con esta abominación del subsidio a los combustibles. (O)

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