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El Telégrafo

‘Rating’ mortal

07 de agosto de 2011

El cerebro humano es proclive a las adicciones y con los años éstas son parte de nuestra forma de vivir. Estas adicciones son a sustancias químicas, en su mayoría producidas por el mismo cerebro o cuerpo humano, claro que también a las que introducimos en nuestro cuerpo, que van desde el alcohol, tabaco hasta la cocaína y demás drogas ilegales.

Por ello es que nos vamos haciendo adictos a la adrenalina que genera nuestro cerebro cuando vemos noticias de sangre y muerte, que nos atraen más en la medida que están más cerca de nosotros. El ver diariamente al comentarista o entrevistadora que critica desafiante, burlona y manipuladoramente, genera químicos en nuestro cerebro de los cuales necesitamos la respectiva dosis diaria y asumimos como parte nuestra cultura informativa.

También el cerebro con los años va perdiendo la fórmula neuronal de las emociones que dejamos de practicar o sentir. Si dejamos de reír, de sentirnos felices, por más que tengamos todo en la vida, seremos infelices, precisamente como son esos periodistas que viven de las malas noticias, de la crítica maledicente que irradian no sólo al entrevistado –o al criticado-, sino con los hijos, la pareja y la familia.

Esta terrible combinación de un cerebro adicto a emociones funestas y esa capacidad de olvidar la fórmula de  los sentimientos que generan alegría o felicidad, está convirtiéndonos en una  sociedad que exige y paga por ver muertos a nuestros semejantes, que se regocija leyendo las violencia  de los  delincuentes, que devora con rapidez la noticia de la violación y el ultraje.

Los medios de comunicación saben de esto y hacen combinaciones noticiosas o informativas  cada vez más adictivas que repercuten en un mayor ‘rating’, por ello no hay noticiero que no muestre asaltantes y mejor si son asesinos, el pavor que nos causa el verlos e imaginar lo que hicieron nos mantiene clavados en el noticiero.

La foto del cadáver tendido en la calzada junto al vehículo destrozado, nos emociona aun más al recordar que pasamos hace unos días por la misma ruta.

Las agencias de publicidad también saben esto y pautan el dinero de los anunciantes en los programas que tienen mayor ‘rating’ y en medio de noticias llenas de sangre y violencia extrema, tenemos el anuncio de la telefónica que muestra a la chica sonriente, inmunizándonos aun más contra el dolor y el sufrimiento.

En este círculo adictivo de noticias y violencia, también tenemos la culpa nosotros al consumir los productos o servicios envueltos en violencia que nos venden estos medios de comunicación.

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