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El Telégrafo

Rafael Correa, líder de la revolución ciudadana

14 de mayo de 2011

Después de cinco años de su aparición en el tumultuoso  escenario de la política ecuatoriana, Rafael Correa Delgado se consolida como el líder indiscutible de la revolución ciudadana y del Ecuador, dejando muy atrás a otros líderes menores de la izquierda egocéntrica y divisionista, que se unieron y que terminaron en un maridaje con los de la derecha política en la consulta popular y referendo del 7 de mayo de 2011 y fueron derrotados y enterrados en la fosa común de la historia.

Después de ocho victorias consecutivas en cinco años, Rafael Correa, manteniendo una aceptación personal en alrededor del 70 por ciento y con un estilo polemista, confrontativo y sin tregua, exigente para consigo mismo y los demás, con  extraordinarios conocimientos de la estadística y la economía, autodeclarado de la izquierda pragmática, ha sabido desenmascarar a los enemigos políticos, nacionales y extranjeros, criticar y corregir en forma dura a ministros, funcionarios públicos,  miembros del movimiento  Alianza PAIS  y movimientos y partidos aliados.

Su mayor fortaleza se manifiesta en los informes semanales de su gestión de gobierno,  junto a  ministros y principales funcionarios, se moviliza todos los sábados a diferentes lugares del Ecuador y rinde cuentas al pueblo, haciendo uso de su vocación de catedrático. Explica en detalle las diversas actividades que ha realizado y simultáneamente confronta implacablemente, “sin pelos en la lengua”, a las versiones contrarias. La lucha principal es  con los medios de comunicación, que -como muy bien lo  repite Rafael Correa- son el verdadero partido político de la derecha y la contrarrevolución ecuatoriana, en reemplazo de los partidos políticos tradicionales de derecha que se encuentran reducidos a su mínima expresión y que, por separado, representan prácticamente casi nada.

Ha sabido incorporar e integrar a profesionales tecnócratas de alto nivel, de diversas tendencias políticas e incluso de una especie rara que se autodenominaban “apolíticos”, para que asuman responsabilidades en sectores especializados de sus competencias y ponerlos a trabajar con mucha entrega al servicio de la revolución ciudadana.

En el plano internacional es indiscutible su liderazgo, que ha ayudado a consolidar la unidad y la integración latinoamericana,  en especial a la Unasur  como un organismo regional y en su reconocimiento  funcionará en Quito.

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