La ciencia ecuatoriana está descuidada, entorpecida, poco o casi nada reconocida en el mundo, dirigida con prejuicios y contradicciones.
Mientras el programa Prometeo pretende repatriar investigadores, los científicos jóvenes migran por falta de oportunidades. Seguimos anclados a formatos rígidos de investigación, requisitos burocráticos, metodologías caducas y diseños presupuestarios inflexibles; así poco hemos podido hacer en ciencia.
Las evaluaciones de propuestas de investigación suelen ser realizadas por expertos extranjeros, quienes al desconocer la realidad nacional y tener el prejuicio de que el “tercer mundo” no hace ciencia, realizan apreciaciones imprecisas y sus veredictos son inapelables: ¿Puede existir algo inapelable en ciencia?
Trabados internamente, somos presas fáciles de aquellos “expertos” que desestiman nuestra investigación, bloquean iniciativas de los países en desarrollo y hacen casi imposible obtener fondos del exterior, con el agravante que en el campo de la innovación, por ejemplo, el Ecuador solicita unas 760 patentes al año y solo se le aprueban alrededor de 40.
Abundan normativas represivas para realizar convenios, prohibiciones para intercambio de muestras, escasa disponibilidad de materiales de producción nacional, aranceles altos para productos de investigación, complejos requisitos aduaneros para los insumos; desventajas que tornan 10 veces más altos nuestros costos de investigación que en países desarrollados, sumado esto al reducido presupuesto que Estados como el nuestro destinan a la ciencia.
Grupos consolidados de investigadores se disgregaron o se han disuelto tras la última convocatoria de proyectos de la Senescyt. La razón no está en la calidad de los casi 400 proyectos descartados, sino en los criterios desacertados de selección que no dan respuesta a realidades y necesidades sociales del país.
Muchos investigadores comparten esta visión respecto al estado de la ciencia en el país. Aún no hemos resuelto los problemas más “simples” que percibimos quienes estamos en laboratorios de investigación. Se nos ha ofrecido apoyo a la ciencia; nos han vendido la idea de que la situación cambiará y esperamos que así sea y se haga realidad el punto de partida de esta serie de artículos que fue la proclama del presidente Correa y del Ministro de Innovación, de dar un salto cuantitativo y cualitativo para desarrollar la ciencia en el Ecuador. Debo decir, con preocupación y pena, que esto aún no se ha cumplido. ¿Quo vadis ciencia ecuatoriana? Quizá tengas suerte.