La ciudad de Quito es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esta dignidad es merecida por mil títulos allende su historia, pero debe ser mantenida y fortalecida por sus ciudadanos y autoridades.
En las siguientes líneas una propuesta ciudadana, con el objetivo de generar consciencia en la población, sobre la necesidad de acompañar un proceso de participación, bajo una meta concreta: educar para una ciudadanía responsable.
El problema es claro: la maravilla monumental de Quito –en especial del centro histórico- no cuenta con una política integral, que cruce todo el espectro social, político, económico, cultural, ambiental y patrimonial de la ciudad.
Los esfuerzos realizados hasta aquí han sido positivos, pero hoy son insuficientes frente a los conflictos derivados de la contaminación, la movilidad, la inseguridad, la emigración interna y externa y el crecimiento propio de una metrópoli.
¡Un nuevo currículo de y para la formación de los ciudadanos –quiteños o no- es urgente!
Es que hay aprender a amar a la ciudad, ya no con la retórica o el discurso vacío, sino con estrategias concretas en los ámbitos escolares, universitarios, comerciales, industriales, comunicativos, artísticos, económicos, ambientales, digitales y políticos para superar, por ejemplo, las antimaravillas que asuelan la carita de Dios: los grafitis, el microtráfico, la indiferencia ciudadana, la suciedad, los malos olores y ciertas prácticas reñidas con la moral y las buenas costumbres, entre otras.
El Ministerio de Educación y el Municipio de Quito podrían concertar –para comenzar- en el diseño y ejecución participativa de un nuevo currículo consistente en una reforma integral de lo que enseñan los profesores y lo que aprenden nuestros niños y jóvenes, en lo que a Estudios Sociales se refiere.
Todo ciudadano y ciudadana que vive en Quito es quiteño o quiteña. Este proyecto no excluye a nadie. Un mecanismo para viabilizar sería la convocatoria a un cabildo, de carácter plural y abierto. Porque Quito merece ser una ciudad educadora. ¡Únase a este proyecto, doctor Yunda! (O)