Siempre, cuando uno se encuentra con los protagonistas de acontecimientos, surgen importantes novedades. Fue el caso de una reunión con varios grupos de indígenas de Quito, unos originarios del lugar y otros venidos de otras provincias del país.
En Quito viven unos 200.000 indígenas en varios sectores de la ciudad, principalmente donde siempre han estado. Se hizo notar que no se promueve una radio indígena con programa en quichua. Se reconocen abandonados por las autoridades y, además, descalificados, marginados y de los más pobres de la ciudad: “Mientras vivimos en el campo tenemos valiosas costumbres, grande sabiduría, ascendencia milenaria, valores universales; pero en la ciudad somos las ‘zonas rojas’, invisibilizados, criminalizados… y se nos quiere desalojar para construir grandes centros comerciales o complejos turísticos”. Y allí, con y desde los indígenas, la regeneración no llega... y la descolonización tampoco. Desde 1925, fecha en que se edificó la Virgen de El Panecillo hasta la actualidad con la erección luminosa del pesebre, los indígenas reclaman porque no se desarrolla en este sitio sagrado para ellos la realidad histórica y simbólica del lugar…
Se recordaron varias actitudes pastorales de monseñor Leonidas Proaño, tan mentado con sus escritos e intervenciones orales como patrimonio cultural nacional. Él no comenzó por la conversión de los indígenas al cristianismo sino que les ayudó a ser un pueblo digno con voz y voto al nivel nacional: “Los indios valen más que una catedral”. Luego descubrió que la Buena Nueva del Evangelio tenía que hacerse indígena con los indígenas, con sus ministros indígenas, su liturgia y su teología indígenas. Bien poco se ha logrado.
Finalmente se llegó a las propuestas para fortalecer la caminata. Se valoró la espiritualidad indígena y su cosmovisión en tiempos de crisis, confusión y modernización capitalista. Salió la preocupación por la desaparición de los idiomas indígenas con los cambios a la educación bilingüe. Se pidió más articulación entre las organizaciones indígenas de la ciudad y más relación conjunta con el Municipio. En cuanto a lo religioso, se dio luz verde a una gran Asamblea de Dios intercultural, donde lo indígena, lo cristiano y lo humano se unan para congregar a todas y todos los que buscan promover el compartir cultural, religioso, humanista y sociopolítico.
La celebración de la Navidad, donde la Palabra de Dios se hace carne nos desafía para inculturarnos, siendo creativos y audaces, tal como lo desea el papa Francisco.