Si hay algo de revolucionario y trascendente en la consulta popular del 7 de mayo es la pregunta 3. Sin desmerecer a las demás, con todo lo que implica, desde mi condición de periodista, en esencia, en esa pregunta, se confrontan los factores reales de poder del Ecuador, que se han ocultado detrás de banderas y consignas a favor, supuestamente, de la libertad de expresión.
No me cabe en la cabeza que Alberto Acosta, el MPD, Pachakutik, Gustavo Larrea, Ruptura de los 25, entre otros, decidan votar No en esa pregunta. Independientemente de su posición política frente al Gobierno (quisiera pensar que en realidad es contra Rafael Correa) sobre ese tema, no cabe duda de que es la bandera que sobrepasa el asunto prensa. Se instala en una confrontación con la estructura de poder, enraizada, invisibilizada, que ha sido, a lo largo de muchas décadas, la razón de ciertos fenómenos políticos.
La pregunta 3 dice: ¿Está de acuerdo con prohibir que las instituciones del sistema financiero privado, así como las empresas de comunicación privadas, de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, sean dueños o tengan participación accionaria fuera del ámbito financiero o comunicacional, respectivamente?
Si esto no toca asuntos de fondo, no sé dónde queda la lucha de muchos años por trastocar esos factores de poder. Por eso se entiende la campaña agresiva y militante de los medios de comunicación tradicionales en contra de la consulta en general. No podemos hacernos de la vista gorda y creer que se conculcan libertades cuando se trata de afectar intereses poderosos.
Y es lastimoso que muchos periodistas no miren con ojo crítico lo que está en el discurso de la Aedep, Asociación de Canales de Televisión y AER. Entiendo que ser empleado puede obligar a unirse a esa causa (como ocurrió ayer con los empleados del diario El Comercio), pero de ahí a defender la opción del No en esa pregunta como una bandera a favor de las libertades es como creer que desde el 8 de mayo se cierren los medios y todos los periodistas queden desempleados.
La pregunta 3, por sí misma, debió ser motivo de un debate a fondo sobre las relaciones de poder del Ecuador, cómo los intereses corporativos y empresariales se defienden escudándose en un valor democrático como la libertad de expresión. Y a la vez, esta pregunta resume lo que ocurre esencialmente en este cambio de época en nuestro país: ¿dónde queda la hegemonía económica, mediática y política?