Hay ciertos cambios que se dan tan de a poco, que no se sienten. Considero que Ecuador ha llegado a dar un salto en el mundo del deporte, y como lo ha hecho en más de 10 años, casi no se nota.
Las nuevas generaciones de nuestro país tienen el lujo de apreciar a ciertos héroes ecuatorianos en el deporte. Yo mismo considero que Neisi Dajomes es una de las heroínas más inspiradoras de toda nuestra gama de deportistas. Y el abanico de opciones para buscar inspiración, es variado.
Hace más de 20 años Jefferson Pérez daba una alegría a todo el país, al conseguir la primera medalla de oro para Ecuador en la disciplina de marcha. Ecuador se sumió en una algarabía de festejos con el campeón. “Gracias Jefferson” se escuchaba en todo programa de televisión y radio. Para muchos, el deportista había conseguido lo imposible. Y sí que era casi imposible, considerando el descuido del Estado en el apoyo al deporte, destinando muy poco o nada de presupuesto y un número muy escaso de representantes. Contra viento y marea, Jefferson lo consiguió.
Después de las medallas que trajera Jefferson Pérez en 1996 y 2008, la atención a los deportistas siguió casi en lo mismo. En vez de pensar que en realidad los ecuatorianos podíamos ganar medallas de oro en los juegos olímpicos, parecía que se concibió a esa medalla como un golpe de suerte. Tal como el Barcelona de Guayaquil con su vicecampeonato de la Libertadores, vivimos en del pasado y no hubo apuesta para el futuro. Años después, Jefferson Pérez ya no sonaba en las radios ni programas de TV. La ilusión se acabó y todo regresó a la normalidad. Lo mismo que el Barcelona.
¿Qué pasó? Que el único interesado en enviar atletas a los juegos olímpicos, no estaba realmente interesado. El Estado ecuatoriano no le ponía interés. Los gobiernos daban la impresión de tener un Ministerio del Deporte servil al fútbol y una que otra maratón, pero nada más. Un ministerio no debería ser tan mediocre, pero Ecuador siempre sorprende.
Debemos entender que los juegos olímpicos son un espacio para que participen las naciones. Aquí no existen empresas u organizaciones que puedan enviar atletas ni equipos. Únicamente está abierto para países y son éstos los que deben gestionar las inscripciones de sus propias representaciones. Si el Estado no gestiona sus deportistas, no hay participación.
Como a Ecuador no le interesaba enviar atletas al exterior, no fue sino hasta el 2008, cuando gobernaba el innombrable, que se empezó a dar atención a este aspecto. Pocos años después se inauguraba un programa para atletas de alto rendimiento del Ministerio del Deporte. Algo que hay que reconocer, es que desde el 2013 y durante 7 u 8 años, no se vió resultado tangible de lo que estaba consiguiendo ese programa, pero se continuó. El Estado se gastó una millonada en el plan, tal como se acostumbraba a hacer con el Correa Style: sino se derrochaba, no servía. Pero también se estaban sembrando futuros resultados.
Desde luego que no aplaudo el derroche, aplaudo la continuidad.
Con contiunuidad y paciencia es que podemos ver a Neisi y Angie levantar más peso que el que aguanta la conciencia de José Santos, y eso sí que es pesado. O a Luciano Tapia, un niño de 11 años que conquistaba el oro en el BMX Racing World Challenge el jueves pasado. Además, debemos tomar en cuenta que Ecuador pasó de enviar a 10 representantes y conseguir cero medallas en el 2002, a 48 representantes y 5 medallas en el 2022.
Talento hay, y de sobra. Tal como nos enseñó la ajedrecista Carla Heredia, la paciencia en cada jugada trae una valiosa recompensa si se mueven las fichas adecuadas, en el tiempo correcto. Apostemos y exijamos a los gobiernos a que mantengan y mejoren el apoyo a los deportistas de élite, además de traer esperanza y alegría, con el deporte hay toda una industria que espera ser explotada.