Me refiero al programa de televisión importado de la sociedad de consumo, donde ser millonario es meta de vida sin que importe cómo. En Ecuador seduce a los participantes con la falsa ilusión de llegar a serlo, aunque el premio apenas es una fracción para quien acierte 15 preguntas con la ayuda de tres comodines, con los que se premia más la suerte que el saber.
Hace poco tiempo culminó un concurso intercolegial que llevó al estudio de televisión representantes de colegios que demostraron la pobreza de su bagaje cultural, especialmente en cuanto a Historia y Geografía, las preguntas en las que más fallaron, poniendo en evidencia lo funesto de minimizar esas asignaturas en el pensum oficial de estudios.
¿Qué pasaría por la mente de los maestros, representantes de los colegios que acompañaban a los jóvenes, al verlos titubear ante preguntas tan simples como qué mares unen el canal de Suez, y ver que el estudiante recurre a dos comodines consecutivos, por no tener la menor idea de la respuesta. Primero a la llamada telefónica a su hermana, quien deja trascurrir los 30 segundos que tenía para ayudarle a su hermano y solo atina mencionar el mar Rojo, lo que obliga a su despistado hermano a acudir al siguiente comodín, que le señalaba solo dos respuestas posibles de las cuatro enunciadas. Escogió sin convicción la correcta, porque era la única que incluía el mar Rojo.
Después quedó descalificado por intentar una respuesta a la suerte, cuando se le preguntaba de qué se ocupa la entomología. En vez de referirla a los insectos, dijo que trataba de la conservación de libros antiguos.
Es aleccionador que hasta ahora solo una mujer haya ganado el premio máximo de $ 50.000 dólares, y que en el concurso intercolegial fuese también una joven la ganadora, aunque solo llegó a la pregunta de los $ 5.000 dólares para su institución educativa, y teniendo que recurrir al comodín de la llamada telefónica para contestar una pregunta de Historia relacionada con la Constitución de García Moreno de 1869; además, no sabía que Juan Rulfo fue el autor de Pedro Páramo. Hasta ahí llegó.
Las preguntas apelan a la memoria más que a la reflexión, que sería el resultado de un aprendizaje no memorístico.
Valga este comentario para llamar la atención sobre la calidad de la educación que puede estarse dando a la niñez y juventud, y abogar por que la Historia y la Geografía recuperen su puesto específico en el pensum escolar, como viene empeñada la Academia Nacional de Historia del Ecuador.