Edward Albee, el celebrado dramaturgo estadounidense, escribió una pieza teatral inolvidable , “Quién le tiene miedo a Virginia Wolf”, el título del libro que menciono hacía alusión a la influencia que la gran novelista norteamericana Wolf tenía sobre los escritores norteamericanos de su tiempo,dicha obra con récord de presentaciones en Broadway, fue llevada exitosamente al cine por Richard Burton y Elisabeth Taylor.
Hoy en el Ecuador, y en Latinoamérica, existe un poder fáctico que siempre fue y aún es, una especie de gobierno en las sombras, altamente influyente en la vida de las personas, de las familias y de las comunidades y básicamente impune, con sus abusos y linchamientos comunicacionales que de cierta manera ha logrado manejar sus relaciones con los regímenes locales o nacionales en niveles de superioridad muy relevantes, que definitivamente generaron y generan temor en alguna clase política.
Las determinadas variaciones de intensidad, de sus influencias con los gobiernos de turno, es de tal naturaleza que unas cuantas familias, propietarias de diarios, radiodifusoras, canales de televisión, e inclusive las autodenominadas redes sociales, son capaces de manipular la información, bajo el ominoso precepto que noticia sobre hechos reales sucedidos y que no se publican no existen y por tanto ellos, los barones de la prensa se convierten en dueños absolutos de la veracidad cotidiana.
En el siglo pasado se autocalificaron del “cuarto poder”, -aunque según Ignacio Ramonet del periódico galo Le Monde Diplomatique, los han ascendido del cuarto al segundo poder– y por tanto son elementos de influencia sustantiva para la marcha de la sociedad, aparentemente con mayor autoridad que algunos poderes formales.
Los efectos para modificar las acciones y decisiones de las funciones del Estado se han mostrado en toda su dimensión viciada, por ejemplo, en los sostenidos predicamentos de algunos órganos de comunicación autodenominados independientes, referente a los sucesos de 30 de septiembre del año 2010, de igual manera la desfachatez y malsana actitud de conspicuos miembros de la difusión colectiva intentando adulterar la verdad frente a hechos inmorales del pasado reciente que medios de comunicación públicos han denunciado en forma sostenida y palpable.
Empero todavía no hay una respuesta masiva del conglomerado social frente a estas actividades obviamente nocivas para la salud ética de la nación, por ello la aprobación de las preguntas de la reciente consulta popular es un buen comienzo para romper el círculo de mistificación e impudicia que siempre ha rodeado a quienes toda la vida se han sentido por sobre las leyes y los demás ciudadanos.