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El Telégrafo

Quién le tiene miedo a la mediocracia

17 de junio de 2011

Edward  Albee, el celebrado dramaturgo estadounidense, escribió una pieza teatral  inolvidable , “Quién le tiene miedo a Virginia Wolf”, el título del libro  que menciono hacía alusión a la influencia que la gran novelista norteamericana Wolf  tenía sobre los escritores norteamericanos de su tiempo,dicha obra   con récord de presentaciones  en Broadway, fue llevada exitosamente al cine por  Richard Burton y Elisabeth  Taylor.

Hoy  en el Ecuador, y en Latinoamérica, existe  un poder fáctico  que  siempre fue y aún es, una especie de gobierno en las sombras, altamente influyente en la vida de las personas, de las familias y de las comunidades  y básicamente  impune, con sus abusos y linchamientos comunicacionales  que de cierta manera  ha  logrado manejar sus relaciones con  los regímenes  locales o nacionales  en niveles  de superioridad  muy relevantes,  que  definitivamente generaron y generan temor en alguna clase política.

Las determinadas  variaciones de intensidad, de sus influencias con los gobiernos de turno, es de tal naturaleza que unas cuantas familias, propietarias de diarios, radiodifusoras, canales  de televisión, e inclusive  las autodenominadas redes sociales, son capaces de manipular la información, bajo el ominoso precepto que noticia sobre hechos reales   sucedidos y  que no se publican  no existen y por tanto ellos, los barones de la prensa  se convierten en  dueños  absolutos de la veracidad  cotidiana.

En el siglo pasado se  autocalificaron del “cuarto poder”, -aunque   según  Ignacio Ramonet del periódico galo   Le Monde Diplomatique, los han ascendido del cuarto al segundo poder– y por tanto son elementos  de influencia  sustantiva  para la marcha de la sociedad, aparentemente  con mayor  autoridad que algunos  poderes formales.

Los efectos para  modificar  las acciones  y decisiones  de las funciones del Estado  se han mostrado en  toda su dimensión viciada, por ejemplo, en los  sostenidos predicamentos  de  algunos órganos  de comunicación  autodenominados independientes, referente a los sucesos de 30 de septiembre del año 2010, de igual manera la  desfachatez   y malsana actitud  de  conspicuos miembros  de la difusión  colectiva  intentando  adulterar la  verdad  frente a hechos inmorales del pasado reciente  que medios de comunicación públicos  han denunciado  en forma sostenida y palpable.

Empero todavía no hay una respuesta masiva del conglomerado social frente a estas actividades obviamente  nocivas para la salud ética  de la nación, por ello la aprobación de las preguntas  de la reciente  consulta popular  es un buen comienzo para romper el círculo de  mistificación  e impudicia  que siempre ha rodeado a quienes toda la vida  se han sentido por  sobre las leyes y los demás  ciudadanos.

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