Las informaciones supuestamente amparadas en el sigilo diplomático, entre las embajadas de los Estados Unidos de América y sus jefes del Departamento de Estado, están siendo utilizadas para desestabilizar los gobiernos de muchos países.
¿Quién garantiza que esas informaciones son verdaderas?
¿Quién puede asumir la responsabilidad de informaciones que fueron rumores hace años atrás y que luego en el tiempo fueron desvanecidas?
¿Quién puede opinar de la misma manera luego de que las circunstancias coyunturales cambian en los países donde existe la representación diplomática estadounidense?
¿Quién puede decir la verdad, que fueron informaciones para justificar sus cargos actuales, por parte de los embajadores?
¿Podría existir una organización terrorista de derecha que utiliza estas supuestas informaciones para atacar a los gobiernos de izquierda?
¿Quién puede garantizar la honradez del agresor que invadió las computadoras estadounidenses diplomáticas?
¿Quién puede demostrar que todos esos mensajes diplomáticos fueron forjados para obtener utilidades en la venta a los medios de información?
¿Por qué tenemos que creer que esos mensajes son verdaderos?
Los supuestos remitentes y destinatarios no niegan ni afirman que estos informes sean legítimos.